Revista Sexología
y Sociedad. 2014; 20(2)
ISSN 1682-0045
Versión electrónica
Comportamiento de la violencia psicológica contra un
grupo
de mujeres en las relaciones de pareja
Behavior
of psychological violence against a group of women in couple relationships
M.Sc.
Oristela Molina Martínez,* Dr. Arturo Martínez García,** Dra. Carol Dalila Hernández
Pedroso***
*Máster
en Atención Integral a la mujer y profesora auxiliar de la Facultad Finlay
Albarrán, **Residente de 2do año de Cirugía y ***Residente de 2do año de
Anestesiología ambos residentes de la Facultad Finlay Albarrán
Resumen
Las manifestaciones de violencia psicológica en las
relaciones de pareja contra la mujer constituyen un problema presente, pero
invisibilizado por tratarse del ámbito privado de las personas. El objetivo de la investigación fue
determinar el comportamiento de la violencia psicológica contra un grupo de
mujeres en las relaciones de pareja, en el consultorio 16 del Policlínico
Carlos J. Finlay del municipio de Marianao en febrero de 2009. Se trata de una investigación con
metodología mixta (cuanti–cualitativa); es un estudio descriptivo de corte
transversal, la muestra es de 64 mujeres. Los
resultados indican que 43.7 % de las mujeres estudiadas resultaron ser víctimas
de violencia psicológica, la mayoría es de edad mediana; 39.1 % de ellas sufren
de acoso afectivo y otro 39.2 %, de agresión insospechada. En 46.4 % de los
casos su aporte económico personal está por encima del per cápita familiar.
Conclusiones: se encontraron todas las manifestaciones de violencia
psicológica, predominando la agresión insospechada y el acoso afectivo. La
mayoría de las víctimas de violencia psicológica tienen edades comprendidas
entre 40 y 50 años de edad y poseen un nivel de escolaridad medio superior y
superior. Un grupo considerable de mujeres violentadas presentan un aporte
personal a la economía familiar por encima del per cápita familiar.
Palabras claves: violencia psicológica, mujeres, comportamiento
Expressions of psychological violence against women in
couple relationships is a nowadays but
a hidden problem because it is the
private sphere of individuals. The aim
of the research was to determine the behavior of psychological violence against
a group of women in couple relationships, at the 16 office
of Carlos J. Finlay polyclinic in the municipality of Marianao
in February 2009. It is a descriptive cross-sectional study with a
qualitative and quantitative methodological research; the sample is 64 women. As a result, all forms of
psychological violence were found, prevailing unsuspected attack and affective
harassment.
Key words: psychological
violence, women, behavior
Introducción
Las últimas décadas del siglo
pasado han sido espectadoras de importantes cambios a escala social que han
revolucionado lo conceptualizado como femenino o masculino, lo que genera en
las mujeres como grupo, con diversos matices, una situación social que facilita
la desconstrucción de muchos de los mitos y estereotipos que se han construido
culturalmente en torno a la identidad femenina (1).
En ese contexto, evaluar la
problemática de la violencia contra la mujer resulta imprescindible porque, al
ser la misma tan vieja como la propia sociedad, solo se ha reconocido como
problema social en las últimas cinco décadas. Su visibilización es el resultado de las luchas de muchas mujeres y
hombres en el mundo.
Sin embargo, este problema
social, reflejo de relaciones de poder androcéntricas, no puede resolverse solo
con la instrumentación de leyes y códigos por las instituciones y los
gobiernos. Resultan imprescindibles transformaciones radicales en la situación
social de las mujeres que posibiliten la desconstrucción de los monopolios de
poder y de los estereotipos que tradicionalmente han marcado la construcción de
las identidades femenina y masculina.
La sociedad cubana, en la que
tantas y tan importantes transformaciones se han producido en la situación
social de las mujeres, no está ajena a esta realidad, porque aun cuando el
proyecto social contribuye a desterrar decisivamente muchos de los factores macrosociales que determinan el
ejercicio de la violencia contra la mujer, su eliminación requiere, además,
de la transformación de las formas de vida que la cultura patriarcal ha
impuesto a ambos géneros a lo largo de siglos (1).
En la realidad cubana actual se
expresa ya la desconstrucción de muchos de los estereotipos de la identidad
femenina tradicional que conviven con diversos e importantes soportes de una
nueva identidad, lo que proporciona para muchas mujeres poder protagonizar su
propia vida, con una activa participación en la vida social, la cual lamentablemente
no está ajena al problema de la violencia.
La evaluación de la violencia
contra la mujer en general, y en particular la que ejerce contra ella su
compañero de pareja, resulta muy compleja por las múltiples aristas que la
conforman, pero sin dudas la concepción misma del maltrato no puede
desvincularse de la situación de la mujer, de la forma en que ellas asumen su
subjetividad y del aprendizaje que, mediante la socialización, hacen de las
normas y valores sociales. Tanto el hombre como la mujer están sometidos a la
imagen cultural que de ellos se espera (1).
Los atributos, rasgos y
estereotipos que definen la masculinidad, están vinculados, entre otros, al
poder, la fuerza, la inteligencia, la racionalidad y el control; y la femineidad,
a la dependencia, la sumisión, la pasividad, la emotividad y la delicadeza. Entonces
los mismos adquieren relevancia colectiva, porque son aceptados socialmente y resultan
acatados por las personas con independencia del sexo, incorporándolas a su
propia definición individual (2).
La adscripción a los estereotipos
sociales que definen la identidad femenina vinculada a la entrega y la
abnegación, funciona subjetivamente en la internalización de la infravaloración
y la dependencia, lo que de hecho convierte a las mujeres en subordinadas como
condición esencial de su relación con el otro empoderado, dominante (1).
Estas características, matizadas
por otras influencias sociales, influyen en la recepción de la violencia por
parte de las mujeres. El hombre acude a ella cuando siente peligrar su poder o
cuando considera que esta es la forma más eficaz para mantenerlo, porque la
violencia refuerza la certeza de su poder, y en la víctima refuerza la certeza
de su situación victimal (1).
Pero
más allá del intento de los investigadores por explicar el mantenimiento de la
violencia aun cuando las condiciones sociales se han modificado de alguna
manera para la mujer, lo cierto es que la violencia en el hogar representa un grave
problema social, en particular la de carácter psicológico en el marco de la
relación de pareja, fenómeno frecuente que produce consecuencias muy negativas
en las víctimas y sus familiares y en la sociedad en su conjunto.
En Cuba, la investigación sobre el maltrato de que
son víctimas las mujeres en las relaciones de pareja, comienza a adquirir relevancia
a partir de la década de los noventa. Hasta la creación del Grupo de Trabajo
Nacional para
No obstante, el abordaje del tema se relaciona
fundamentalmente con la violencia física, por lo que aún es insuficiente el de
la psicológica. Al ser escasas las publicaciones nacionales, se encuentra
enmarcada en trabajos de diploma y maestrías en instituciones de la educación
superior.
La
violencia psicológica es toda conducta que ocasione daño emocional,
disminuya la autoestima, perjudique o perturbe el sano desarrollo ya sea en
forma abierta o encubierta, tales como conductas ejercidas en deshonra,
descrédito o menosprecio al valor personal o a la dignidad: tratar con
humillación, vigilar constantemente, aislar o amenazar con alejamiento,
manifestar actitudes de rechazo, humillar, avergonzar, hacer sentir insegura y
mal a una persona deteriorando su imagen y su propio valor, y dañar su estado
de ánimo disminuyendo la capacidad para tomar decisiones y vivir con gusto (3).
Desde el punto de vista psicológico, la
violencia puede ser intencionada o no; es decir, el agresor puede tener
conciencia de que está haciendo daño a su víctima o no tenerla (4).
Para que se produzca el maltrato
psicológico, es preciso tiempo para que el verdugo asedie, maltrate o manipule
a su víctima y llegue a producirle la lesión psicológica. Esa lesión, sea cual
sea su manifestación, se debe al desgaste. La violencia, el maltrato, el acoso
y la manipulación producen un desgaste que deja incapacitada a la víctima para
defenderse (4, 5).
El maltrato psicológico puede agruparse por sus
características en dos categorías:
- pasivo: falta de atención hacia la victima cuando esta depende del
agresor; otra forma es el abandono emocional;
- activo: trato degradante continuado que ataca la dignidad de la persona;
es más difícil de detectar, porque la víctima muchas veces no llega a
tomar conciencia de se le trata así (4).
Los autores que abordan el tema de la violencia psicológica,
la clasifican en distintos tipos:
- Acoso psicológico: forma de violencia que se ejerce sobre una persona con una
estrategia, una metodología y un objetivo, para conseguir el
derrumbamiento y la destrucción moral de la víctima. Acosar
psicológicamente a una persona es perseguirla con críticas, amenazas,
injurias, calumnias y acciones que pongan cerco a la actividad de esa
persona, de forma que socaven su seguridad, su autoafirmación y su
autoestima e introduzcan en su mente malestar, preocupación, angustia,
inseguridad, duda y culpabilidad (4, 6).
El acoso psicológico se establece según la relación
víctima-verdugo, pudiendo ser vertical (el acosador se halla en una posición de
poder superior a la de su víctima, ya se trate de poder social, económico, laboral,
jerárquico,...; es una situación en la que el acosador es superior al acosado)
u horizontal (el acosador se halla en la misma posición de poder que su
víctima, por lo que se trata de acoso entre iguales; es una situación en la que
el acosador se vale de su fuerza física o moral para hostigar a otra persona de
su mismo nivel jerárquico o social).
- Acoso afectivo: conducta en la que el acosador depende emocionalmente de su víctima hasta el punto de hacerle la vida imposible. Con sus manifestaciones continuas y exageradas de afecto, el acosador le roba a su víctima la intimidad, la tranquilidad y el tiempo para realizar sus tareas o para llevar a cabo sus actividades, porque el acosador la interrumpe constantemente con sus demandas y apenas la deja respirar entre petición y petición, pero siempre con mimos, con arrumacos y con caricias inoportunos y agobiantes. Si la víctima rechaza someterse a esta forma de acoso, el verdugo se queja, llora, implora y amenaza con retirarle su afecto o con «cometer una tontería», llegando incluso a intentos de suicidio. Esto supone añadir el chantaje afectivo a la estrategia de acoso (4).
- Intimidación: conducta en la cual existe una víctima indefensa; se produce de
forma repetida y durante un periodo de tiempo de más de un mes, durante el
cual predomina la agresión verbal y el chantaje emocional (4).
- Manipulación mental: forma de violencia que supone el desconocimiento del valor de la
víctima como ser humano en lo que concierne a su libertad, su autonomía y su
derecho a tomar decisiones propias acerca de su propia vida y sus propios
valores. La manipulación mental puede comprender el chantaje afectivo. Las
tácticas de manipulación incluyen amenazas y críticas que generan miedo, culpa
o vergüenza, encaminados a movilizar a la víctima en la dirección que
desea el manipulador (4).
- Agresión insospechada: forma de violencia psicológica tan sutil y
elaborada que se disimula y oculta entre las fibras del tejido social. Es
la que muchos agresores ejercen disfrazándola de protección, atención,
buenas intenciones y buenos deseos. Los
agresores rodean de atenciones, mimos y cuidados a las víctimas, pero no
les permiten desarrollarse como personas autónomas, ejercer su derecho a
la libertad ni escapar del entorno artificial que han fabricado para ellas (4, 7).
Ciertamente las manifestaciones de violencia psicológica
en las relaciones interpersonales contra la mujer constituyen un fenómeno
latente e insuficientemente conocido en las familias cubanas. Los problemas
económicos y sociales tienen un gran peso en el desarrollo de dichas
manifestaciones. Los médicos de la Atención Primaria de Salud tienen la
posibilidad de contactar con las víctimas de violencia psicológica que acuden a
su servicio, pero este resulta un tema difícil de abordar y además no siempre
se logra obtener la información necesaria, pues hasta hoy es un tema privado
que se invisibiliza aun con su alto costo emocional.
De ahí la motivación para realizar este estudio,
con el fin de que sus resultados permitan profundizar en la comprensión de un tema
de gran complejidad y sensibilidad humana. Los objetivos tributan a determinar
el comportamiento del fenómeno de la violencia psicológica contra un grupo de
mujeres en las relaciones de pareja, dentro del área correspondiente al consultorio
16 perteneciente al Policlínico Carlos J. Finlay del municipio de Marianao
durante febrero de 2009.
Los objetivos específicos son:
- identificar los diferentes tipos de maltrato
psicológico presentes en la muestra analizada;
- determinar la
relación existente entre un grupo de variables biológicas y socioculturales
y la presencia de manifestaciones de violencia psicológica.
Desde el punto de vista metodológico, se trata de un
estudio descriptivo de corte transversal que utiliza como muestra a 64 mujeres
con edades entre 30 y 50 años, que tenían una relación de convivencia con la
pareja de más de un año y que no referían haber sido objeto de violencia física
por parte de su pareja. Ellas entienden este tipo de violencia como acciones
por parte de sus parejas como tirarles un objeto, empujarlas, abofetearlas,
darles un puntapié, pegarles, herirlas, amenazarlas con un arma o hacer uso de esta.
Se empleó el consentimiento informado y la consideración ética de confidencialidad
de la información personal.
Se utilizó una metodóloga cuanti-cualitativa; la información se obtuvo de una fuente primaria, con una entrevista semiestructurada,
confeccionada y aplicada por los investigadores. Para
las variables cuantitativas, se empleó la distribución de frecuencia como
técnica estadística, siendo calculados las frecuencias relativa y absoluta y el
porcentaje de los datos obtenidos; se realizó el análisis de las categorías
cualitativas a partir de su contenido en función de su elaboración y vínculo
afectivo con el tema.
Análisis
y discusión de los resultados
El estudio de las manifestaciones de violencia
psicológica contra la mujer en las relaciones de pareja constituye un problema
complejo, porque en la intimidad se establecen interrelaciones peculiares entre
sus miembros, cara a cara, muy determinadas por vínculos afectivos que generan
alianzas, coaliciones, pautas de autoridad, jerarquías, fronteras y tensiones
muy específicas para cada uno.
Las relaciones entre los miembros plantean «subsistemas»
conyugales que pueden ser más o menos estables en contextos grupales. Cualquier
estudio debe considerar dialécticamente quiénes lo forman y cómo funcionan y se
estructuran estos subsistemas y sus relaciones con el sistema familiar como un
todo. En este sentido se incluyen normas, roles asignados/asumidos y su
dinámica en diferentes contextos y momentos de la vida de los individuos (8).
En los complejos sistemas de relaciones de pareja
siempre hay desigualdades reales o simbólicas. El empoderamiento y, por tanto,
la dependencia pueden determinarse generacionalmente o por el género, pudiendo intervenir
también elementos económicos y el nivel de escolaridad o de otra naturaleza que
legitimen las desigualdades entre los miembros. La sociedad machista y patriarcal
que nos caracteriza, sitúa a las mujeres en posición desventajosa y, por ende,
son valoradas como víctimas en las relaciones que se establecen en la pareja.
El presente estudio demuestra que en la población
estudiada existe una cantidad considerable de mujeres que se ven afectadas por
el fenómeno de la violencia psicológica en las relaciones de pareja. Obsérvense las siguientes tablas y gráficos.
Tabla 1. Manifestaciones de la
violencia psicológica en el consultorio 16
del Policlínico Carlos J. Finlay en el mes de febrero del año 2009.
Manifestaciones
de violencia psicológica |
% |
Total |
Presencia de manifestaciones de violencia psicológica |
43.7 |
28 |
Ninguna manifestación de violencia psicológica |
56.3 |
36 |
Fuente: entrevista (n = 64).
Puede observarse que del total de mujeres
entrevistadas, 43.7 % resultaron víctimas de este tipo de violencia.
Estos resultados coinciden con estudios realizados
por Ernesto Lamoglia en México, donde se obtuvo que 48 % de una muestra de 300 mujeres resultaron víctimas de
alguna de las manifestaciones de violencia psicológica por parte de su cónyuge
(9).
Sin embargo, lo cierto es que los estudios sobre
violencia en sentido general ofrecen mayor información sobre la violencia
física y menos sobre la económica y la sexual,
pero son muy limitados los estudios que aborden con estadísticas las
afectaciones de la violencia psicológica, lo que está en correspondencia con la
invisibilidad de este fenómeno.
Tabla 2. Relación de los
tipos de manifestaciones de violencia psicológica
con la edad en mujeres violentadas.
Tipo de
violencia psicológica |
20- |
% |
30- |
% |
40- |
% |
Total |
Acoso psicológico |
3 |
10.7 |
3 |
10.7 |
4 |
14.2 |
10 |
Intimidación |
- |
0 |
5 |
17.8 |
4 |
14.2 |
9 |
Acoso afectivo |
4 |
14.2 |
3 |
10.7 |
4 |
14.2 |
11 |
Manipulación mental |
5 |
17.8 |
- |
0 |
5 |
17.8 |
10 |
Agresión insospechada |
2 |
7.1 |
2 |
7.1 |
7 |
25 |
11 |
Totales |
14 |
|
13 |
|
24 |
|
|
Leyenda: a = años de edad Fuente: entrevista
Aquí se debe
destacar que hay mujeres que poseen más de una manifestación de violencia
psicológica. Para esclarecer las diferentes manifestaciones de violencia, observemos
el siguiente gráfico.
Gráfico 1. Manifestaciones
de violencia psicológica
Fuente: Tabla 2.
Se encontró que el acoso psicológico afecta a 35.6
% de las mujeres maltratadas, predominando las comprendidas entre 40 y 50 años,
lo que representa 14.2 % del total.
Se constató que la intimidación perjudica a 32 %,
siendo las más afectadas aquellas entre 30 y 40 años de edad, lo que representa
17.8 %. Las víctimas de acoso afectivo
representan 39.1 % de las mujeres, predominando en los grupos etarios de 20 a 30
y 40 a 50 años de edad, representando cada uno de estos 14.2 % de las
afectadas.
Son manipuladas mentalmente 35.6 %, con edades de
20 a 30 años y 40 a 50 años representando
cada grupo etario 17.8 % del total de maltratadas. Mientras tanto, 39.2 % son
víctimas de agresión insospechada, con edades entre 40 y 50 años.
Llama la atención que a pesar de ser la agresión
insospechada la manifestación más sutil y menos detectada, se encontró que
constituye la manifestación de violencia psicológica predominante en la
muestra.
En relación con el nivel de escolaridad, observamos
los siguientes resultados.
Tabla 3. Relación de la
escolaridad con manifestaciones de violencia psicológica.
Escolaridad |
N.Pr. |
% |
N.S. |
% |
N.P. |
% |
N.U. |
% |
Presencia de manifestaciones de violencia psicológica |
- |
0 |
7 |
11 |
12 |
18.7 |
9 |
14.0 |
Ninguna manifestación de violencia psicológica |
- |
0 |
9 |
14 |
15 |
23.6 |
12 |
18.7 |
Leyenda
N.P. =nivel preuniversitarioN.U.= nivel universitario
Fuente: entrevista (n = 64)
Se observa que la mayoría de las mujeres
entrevistadas ostentan el nivel escolar preuniversitario, correspondientes con
las cifras predominantes en Cuba, que fueron a la vez en las que más
manifestaciones de violencia psicológica se encontraron (18.7 %), seguidas de las
que presentan títulos universitarios (14.0 %). También es representativa la
cifra de féminas con nivel preuniversitario que no presentan ninguna manifestación
de este problema (23.6 %), seguida por las universitarias, que representaron
18.7 % del total. De manera que resulta interesante destacar que en el presente
estudio no parece que sea la escolaridad un indicador que modifique la
existencia de este fenómeno negativo.
Asimismo, relacionado con el
alto índice de instrucción actual de la mujer cubana está el hecho de su
vínculo laboral, pues las transformaciones macrosociales generadas por
Por tanto, el aporte económico de la mujer en Cuba
es significativo. En el caso de la muestra estudiada, se encontraron los
siguientes resultados.
Tabla 4. Relación entre el
per cápita familiar y el aporte personal a la economía familiar.
PCF APEF |
Menos de 200
MN |
% |
Hasta 350 MN |
% |
Más de 350 MN |
% |
Mujeres violentadas |
||||||
Nada |
2 |
7.2 |
3 |
10.7 |
4 |
14.2 |
Menos de 250 MN |
2 |
7.2 |
2 |
7.2 |
2 |
7.2 |
Hasta 500 MN |
1 |
3.6 |
3 |
10.7 |
4 |
14.2 |
Más de 500 MN |
- |
0 |
- |
0 |
5 |
17.8 |
Mujeres no violentadas |
||||||
Nada |
1 |
2.8 |
2 |
5.5 |
4 |
11.3 |
Menos de 250 MN |
2 |
5.5 |
5 |
14.0 |
3 |
8.2 |
Hasta 500 MN |
2 |
5.5 |
3 |
8.2 |
3 |
8.2 |
Más de 500 MN |
1 |
2.8 |
5 |
14.0 |
5 |
14.0 |
Leyenda: PCF = per cápita familiar APEF = aporte personal a la economía familiar
Fuente: entrevista (n = 64)
Veamos estos resultados de forma más clara en un
gráfico.
Gráfico 2. Relación
existente entre el per cápita familiar y el aporte personal
a la economía personal en mujeres violentadas.
Leyenda:
PCF = per cápita familiar APEF =
aporte personal a la economía familiar
MN = moneda nacional Fuente: Tabla 4
Queda identificada cómo la dependencia económica
constituye uno de los factores que determinan la convivencia de la mujer
violentada con el agresor (2). En la muestra se encontró que 32
% de las mujeres violentadas no aportan a la economía familiar; por ende, la
dependencia económica puede intervenir en la permanencia de ellas con el
maltratador.
De las maltratadas, 21.6 % aportan menos de 250
pesos. Según la relación víctima-verdugo, existe un acoso horizontal en la
tercera parte de ellas, porque el ingreso personal es similar al per cápita
familiar. En las restantes se observa un acoso vertical, porque el per cápita
familiar se encuentra por encima de sus ingresos a la economía familiar, lo que
puede intervenir en el sometimiento a dichas manifestaciones de violencia.
Se encontró un grupo de mujeres maltratadas (46.4
%) que presentan un aporte personal por encima del per cápita familiar, lo que
es un indicador de que aun cuando existen mujeres maltratadas que dispongan de
ciertas ventajas económicas, presentan lo que Collette Dowin llamó «el complejo de Cenicienta», porque desde niñas se les imparte una educación
patriarcal: las hembras son dependientes primero de su padre y luego del
esposo, pero siempre un varón debe dirigirlas (10).
En Género y feminismo Marcela Lagarde expone que, en su estudio
realizado en Galicia, España, existen 43 % de mujeres que son dependientes
económicamente de su cónyuge. En ellas se expresan no solamente formas de
violencia psicológica, sino que además estas mujeres son víctimas de violencia
física y sexual por parte de sus parejas; aun así permanecen en convivencia con
el agresor por la dependencia económica que tienen de su pareja (2). Pudiera
interpretarse entonces que para esta autora la dependencia económica es un
elemento que hace perpetuar el uso de la violencia.
Cuando de aporte a la
economía del hogar se trata, no es posible limitarse al salario de la mujer,
pues en realidad su participación en el desarrollo del cotidiano de vida de la
familia es invaluable. Mucho se ha abordado el tema de la sobrecarga de roles
que asume. Por ser cuidadora, trabajadora doméstica, educadora y mucho más no
recibe salario, pero si no se cumplan esas funciones es imposible el funcionamiento
de ese grupo social. Sin embargo, según la situación actual de incorporación
laboral de la cubana, es obvio comprender que su aporte económico es elevado.
En este caso se
encontró que 52.7 % de ellas hacen un aporte económico por encima del per
cápita familiar, lo que podría interpretarse, a juicio de los autores, como un
indicador de independencia que genera mayor seguridad en ellas.
No obstante, el
fenómeno de la violencia es muy complejo y su falta de manifestación solamente no
se relaciona con los logros en cuanto a la independencia económica y social que
pueda tener la mujer, porque aun cuando el proyecto
social cubano contribuye a desterrar muchos de los factores sociales que determinan el ejercicio de la violencia contra
las féminas, su eliminación pasa también por la transformación de las
formas de vida que la cultura patriarcal ha impuesto a ambos géneros a lo largo
de siglos.
Conclusiones
- Se encontraron manifestaciones de violencia psicológica
en un grupo considerable de mujeres.
- En la muestra estudiada se expresaron todas
las manifestaciones de violencia psicológica, predominando el acoso
afectivo y la agresión insospechada.
- La mayoría de las víctimas de violencia
psicológica se encuentran en el grupo de edades comprendidas entre 40 y 50
años, y poseen un nivel escolar medio superior y superior. Un grupo
considerable de mujeres maltratadas presentan un aporte personal a la
economía del hogar por encima del per cápita familiar.
Referencias bibliográficas
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2002; 2(1).
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características, manifestaciones y su prevención. La Habana: Editorial de
Ciencias Sociales; 2006.
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violencia psicológica? En Mujer, sexualidad y salud reproductiva en México.
México, D.F.: EDAMEX; 2002.
5. Arés P. Mi familia es así. La Habana: Editorial de Ciencias
Sociales; 2003.
6. Álvarez O. La intervención de apoyo a la mujer
en situación de violencia doméstica por su pareja: algunos elementos del
proceso. Ponencia presentada en el Congreso Interamericano de Psicología; 2005;
San José, Costa Rica.
7. Arias M. ¡Violencia! Nuevas formas de agresión a
la mujer. Ponencia presentada en el Congreso Latinoamericano de Familia; 2005;
Santiago de Chile.
8. Pérez AM. Una
cuestión incomprendida, el maltrato a la mujer. Madrid; 2008.
9. Lamoglia E. La violencia está en
casa. Agresión doméstica. México, D.F.: Grijalbo; 2005.
10. Cecovid AC. Aún la
luna a veces tiene miedo… Una aproximación a la violencia doméstica en México.
México, D.F.; 2006.
Bibliografía
consultada
Carmona L, et al. Violencia contra la mujer. Frecuencia y distribución. Santiago de Chile: Universidad Internacional SEK;
2005.
Conferencia Internacional sobre
IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. Alcances y resultados. La
declaración de Beijing y
Durán A, Díaz M.
Convivir en familias sin violencia. Una metodología para la intervención y
prevención de la violencia intrafamiliar.
Fecha de recepción de
original: 13 de octubre de 2014
Fecha de aprobación para su
publicación: 21 de noviembre de
2014