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Revista Sexología y Sociedad. 2014; 20(1)
ISSN 1682-0045
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COMUNICACIONES

«Turismo sexual», movilidades a través de las fronteras
y trata de personas

«Sex tourism», mobility across borders and human trafficking

Dra C Adriana Piscitelli
Doctora en Ciencias Sociales, antropóloga social y feminista; investigadora nivel A y coordinadora asociada del Núcleo de Estudios de Género de la Universidad Estadual de Campinas/Unicamp, São Paulo; profesora en el Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la misma universidad e investigadora nivel 1B del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico/CNPq. Desde inicios de la primera década de este siglo, ha realizado estudios centrados en los mercados transnacionales del sexo y del casamiento y en las articulaciones entre ambos.

piscitelliadriana@gmail.com

RESUMEN

Se consideran las nociones y dinámicas sociales asociadas a los intercambios sexuales, económicos y afectivos vinculados al «turismo sexual». Las diferencias entre modalidades de canjes presentes en ese universo se analizan al examinar las relaciones que es posible establecer entre ese problema, las movilidades a través de las fronteras y la trata de personas con fines de explotación sexual. Principal argumento: es necesario tomar en cuenta esos aspectos para comprender las diversas dimensiones presentes en esos intercambios, incluso la violencia, y en las movilidades relacionadas con estos. Ese argumento se basa en resultados de estudios académicos sobre estos temas, que incluyen resultados de una etnografía multisituada, realizada por la autora entre comienzos de la primera década del siglo xxi y 2012 en el nordeste de Brasil, el norte de Italia y algunas ciudades en España.

Palabras claves: turismo sexual, trata de personas, violencia, migración

ABSTRACT

Notions and social dynamics associated with sexual, economic and emotional interchanges linked to «sex tourism» are considered. The differences between interchange modalities included in that universe are analyzed by examining the relations that can be established among this problem, the mobility across borders and human trafficking with sexual exploitation in mind. Main argument: it is necessary to take into account these aspects in order to understand the diverse dimensions existing in these interchanges, even violence, and in interchange-related mobilities. This argument is based on scientific studies of these topics, including many results of a multi-sited ethnography by the author made between the beginning of the first decade of the 21st century and 2012 at northeast of Brazil, north of Italy and many cities in Spain.

Key words: sex tourism, human trafficking, violence, migration

Introducción

En este texto se consideran algunas relaciones entre «turismo sexual», las movilidades a través de las fronteras y la trata de personas. Estos temas han sido foco de preocupación en los debates públicos nacionales e internacionales durante las tres últimas décadas. La inquietud que suscitan, se ha intensificado en un contexto global marcado por la ansiedad producida por las migraciones internacionales, principalmente en sentido Sur-Norte (1, 2), por el tráfico de drogas y de armas, por el terrorismo y por el aumento de la represión a la prostitución, vinculado a la fuerza creciente de perspectivas abolicionistas1 y, en muchas ciudades, a procesos de gentrificación (3, 4).2 En este marco, problemas como la trata de personas se han enfrentado mediante políticas que, a pesar de integrarse con frecuencia en proyectos de securitización,3 suelen formularse con un lenguaje de protección a los derechos humanos que muchas veces adquiere connotaciones de humanitarismo (7).

Las discusiones que condujeron a la formulación de esas políticas involucraron instituciones con diferentes intereses: gobiernos, agencias multilaterales supranacionales y grupos de defensa de los derechos humanos, incluyendo organizaciones y redes feministas y también de prostitutas (8). En esta arena política, las nociones de «turismo sexual» y de trata de personas no se definen de manera unívoca.4

En discusiones marcadas por la falta de claridad conceptual, el «turismo sexual» internacional se fusiona frecuentemente con la trata de personas con fines de explotación sexual; esta última suele confundirse con los desplazamientos a través de las fronteras de migrantes, principalmente irregulares, para ejercer la prostitución. Estas confusiones conceptuales tienen efectos en la producción de conocimiento, en la que muchas veces se pierden de vista las nociones y dinámicas sociales vinculadas al «turismo sexual», así como las diferencias en los estilos de intercambios sexuales, económicos y afectivos involucrados.

Además, suelen apagarse sus relaciones con las movilidades a través de las fronteras, que pueden conducir al ejercicio de la prostitución en el exterior o no.

En este texto se consideran esos aspectos. El principal argumento radica en que es necesario tomarlos en cuenta para comprender las diversas dimensiones presentes en esos intercambios, incluso la violencia, y en las movilidades relacionadas con estos. El artículo se basa en estudios académicos que incluyen los resultados de una etnografía multisituada (9) realizada por la autora entre el año 2000 y 2012 en el nordeste de Brasil, en el norte de Italia y en diversas ciudades en España, en la que fue analizada la inserción de brasileñas en los mercados transnacionales, heterosexuales, del sexo y del casamiento (10).

Este argumento se desarrolla considerando, en la primera parte del texto, nociones y dinámicas sociales presentes en contextos de «turismo sexual» internacional. En la segunda sección se comentan las vinculaciones entre estos aspectos y las movilidades a través de las fronteras. Finalmente, en la tercera parte se consideran las percepciones de las mujeres entrevistadas sobre las dimensiones de violencia presentes en esos diferentes contextos.

«Turismo sexual» internacional, intercambios sexuales, económicos y afectivos

Las alusiones al «turismo sexual» se realizan utilizando comillas para llamar la atención acerca de la falta de acuerdo sobre esta expresión. Cuando la autora comenzó a estudiar este tema, era frecuente la idea de que esta problemática involucraba viajes organizados en el sentido «centro-periferia», destinados a un público masculino de países «ricos», entre los treinta y cinco y cincuenta años, para el consumo de prostitución, muchas veces involucrando niñas, niños y adolescentes. En Brasil, esa concepción de turismo sexual adquirió el estatuto de una categoría nativa y se incorporó al lenguaje cotidiano y también en la formulación de políticas públicas.

Sin embargo, la producción académica comenzó a cuestionar varios supuestos vinculados a esa noción. Las investigaciones sobre viajes protagonizados por personas en busca de sexo homoerótico permitieron percibir que la heterosexualidad fue naturalizada en los primeros estudios sobre el tema (11-13). La presencia masiva de hombres que viajan de manera autónoma en localidades turísticas en el Caribe y América del Sur, condujo a problematizar el supuesto de que el «turismo sexual» internacional abarca «paquetes organizados» (5, 14, 15). La idea de que ese fenómeno es protagonizado básicamente por hombres del «Primer Mundo» fue reconsiderada a partir de estudios sobre viajes sexuales en los que las mujeres de países del Norte en busca de sexo parecen superar a los hombres (16-18). Además, en diversos lugares, hay una significativa presencia de viajantes en busca de sexo que son turistas de otros países «en desarrollo» e incluso de regiones más ricas del mismo país. No obstante, el asunto más importante es que el conjunto de estudios sobre «turismo sexual» internacional condujo a problematizar la adecuación de la idea de prostitución para considerar las diferentes modalidades de intercambios sexuales y económicos que surgen de los encuentros entre turistas extranjeros(as) y personas de las poblaciones visitadas (14, 19-21).

¿Qué significa aludir a diferentes modalidades de intercambios? Para mostrar algunas distinciones entre estos se considerán los intercambios sexuales y económicos heterosexuales establecidos en los circuitos turísticos de Fortaleza, en el nordeste de Brasil. Entre 2000 y 2008 la autora realizó  un trabajo de campo en esta ciudad, con bellas playas e intensa vida nocturna, que ha sido considerada uno de los focos de «turismo sexual» en Brasil (22, 23). Se trata de una de las regiones metropolitanas más pobres del país, localizada en una provincia marcada por intensas desigualdades regionales. En Fortaleza los canjes sexuales y económicos que tienen lugar en los circuitos de «turismo sexual», están lejos de adecuarse a la idea de este fenómeno como segmento de la industria del sexo y de restringirse a la explotación sexual comercial infantil.

La primera de esas ideas se formuló considerando las dinámicas presentes en lugares como el sudeste de Asia  (Tailandia y Filipinas), donde a partir de la década de los cincuenta del siglo XX se ofrecieron espacios para ocio y recreación a las tropas estadounidenses. Después de las guerras de Indochina (1946-1954), Corea (1950-1953) y Vietnam (1958-1975), la infraestructura dirigida a la oferta de servicios sexuales para esos soldados se utilizó para atender a masas crecientes de turistas internacionales. En este marco, las políticas de turismo fueron reorientadas, creando una base «industrial» para el consumo de sexo comercial, con grandes inversiones en burdeles, bares y otros tipos de establecimientos dirigidos a la prostitución (24, 25). En partes de esa región, el turismo sexual dirigido para la explotación sexual comercial de niños y niñas adquirió destaque y se tornó foco de una diversidad de estudios, algunos de los cuales consideraron las diferentes maneras mediante las cuales niños y niñas participaban en el sexo comercial (26).

En Fortaleza, ciudad que en la década de los noventa del siglo pasado adquirió fama por lo que en esa época fue denominado el problema de las «niñas/prostitutas», la explotación sexual comercial infanto-juvenil parece haber adquirido un carácter endémico. Sin embargo, investigaciones realizadas a finales de esa década y en los últimos años de la primera década del siglo XXI reiteran la idea de que ese problema está vinculado sobre todo a la demanda local. Turistas nacionales y extranjeros forman parte de la clientela. No obstante, los principales consumidores de sexo con adolescentes, y sobre todo con niños y niñas, son hombres locales5 (27-31). Durante esas décadas, en los circuitos turísticos de la ciudad la mayor parte de la búsqueda de sexo por parte de los visitantes internacionales estuvo dirigida a mujeres adultas jóvenes.

Sin embargo, esos encuentros sexuales difícilmente se adecuan a la idea de industria del sexo. Cuando los intercambios sexuales y económicos involucran prostitución (la negociación explícita de servicios sexuales por dinero, que en Brasil se denomina programa), remiten a una organización más artesanal que industrial. Tiende a tratarse de una actividad autónoma, frecuentemente ocasional, que se intersecta con la industria turística, en el sentido de que las prostitutas procuran clientes en espacios como playas o bares utilizados por el conjunto de los/las visitantes.

Al mismo tiempo, las relaciones con turistas extranjeros envuelven otros tipos de intercambios sexuales y económicos, parcialmente mercantilizados, diferenciados de la prostitución, que evocan las ideas de sexo transaccional o táctico. Estas nociones aluden a canjes que involucran relaciones sexuales no maritales, a veces con varias parejas, basadas en la oferta de dinero o regalos. Sin embargo, en esta modalidad de intercambios los participantes se perciben más como novios/enamorados que como prostitutas y clientes, y el intercambio de sexo por regalos forma parte de un conjunto más amplio de obligaciones (32, 33). Se trata del uso del sexo para aliviar las penurias económicas, lo que lo convierte en una actividad flexible, contingente y temporaria, en la que con frecuencia no se eliminan el placer, el compañerismo y la amistad (21).

En Brasil, como en otros países de América Latina y el Caribe cuyas historias están marcadas por relaciones coloniales y la presencia de regímenes de esclavitud (12, 15), hay una larga historia de interpenetraciones entre economía y sexualidad que fue adquiriendo matices particulares, basada en una sexualización racializada de la subalternidad y la pobreza. En el momento actual, coexistiendo con la prostitución, hay un abanico de intercambios que reciben el nombre de ayuda.

Entre personas de estratos bajos y medios bajos, esa noción tiende a aludir a contribuciones económicas que, a pesar de ser importantes, no constituyen la principal fuente de recursos para la subsistencia (34). En el marco de relaciones sexuales y afectivas, la ayuda suele intercambiarse por sexo. Y si los programas evocan la idea de contrato, la ayuda, que forma parte de una tradición de intercambios jerárquicos, remite a nociones de amparo, cuidado y afecto, que se expresan en contribuciones para la sobrevivencia económica y el consumo. El valor monetario de los regalos varía de acuerdo con la clase social y los recursos materiales del hombre, así como de su generosidad y del grado de compromiso con la relación. Las modalidades de intercambios sexuales y económicos englobadas en esta categoría no son estigmatizadas como lo es la prostitución. Y el mayor grado de respetabilidad se alcanza cuando la ayuda conduce a una relación durable y estable.

Al retribuir la ayuda, las mujeres ofrecen sexo, compañía y, a veces, cuidados domésticos, proporcionando ropa limpia, comidas, atención y cuidados en situaciones de enfermedad. Cuando la ayuda es perdurable, las personas se apegan y la relación se torna un lugar de producción de sentimientos. A veces se trata de «amor romántico», pero con más frecuencia son sentimientos asociados a la idea de respeto y de consideración, afectos considerados como tradicionales en la constitución de familias de estratos populares en Brasil.

En Fortaleza, en el período anterior a la agudización de la crisis económica que afectó a países como Portugal e Italia, de donde provenía un número significativo de turistas en busca de sexo, los visitantes europeos atraían la atención de diferentes categorías de mujeres. Entre ellas había jóvenes de estratos bajos y medios bajos, interesadas en mejorar de vida y también en migrar. Algunas de ellas estaban vinculadas a la prostitución y otras establecían exclusivamente relaciones de ayuda. Pero entre las mujeres que buscaban extranjeros había también integrantes de los estratos medios locales, profesionales liberales o funcionarias públicas, entre los treinta y los cincuenta años, desencantadas con el mercado matrimonial, amoroso y sexual local, que privilegia a las mujeres jóvenes; asimismo estaban interesadas en viajar.

La re-creación de los intercambios sexuales y económicos con visitantes extranjeros alteró las prácticas tradicionales y las dotó de nuevos significados. La realización de programas adquirió nuevas connotaciones. En la fluidez y la ambigüedad que marcaban los circuitos transitados por viajantes en busca de sexo, algunas jóvenes que hacían programas trataban de distanciarse de los estereotipos espaciales y corporales atribuidos a la prostitución y optaban por no establecer límites de tiempo ni estipular el valor del intercambio. Ellas consideraban que, de esa manera, podrían obtener más dinero de los extranjeros y tener acceso a relaciones más durables. Las distinciones entre los espacios utilizados para la realización de programas y para la vida privada se apagaban cuando las jóvenes llevaban a los visitantes para sus casas y las de sus familias, y también a veces se diluían las restricciones a los sentimientos asociadas al profesionalismo en el ejercicio de la prostitución.

Esas disoluciones obscurecían las fronteras entre modalidades de intercambios, entre programas y estilos de sexo táctico, establecidos por jóvenes empleadas en diferentes tipos de actividades en los sectores turísticos, empleadas en hoteles, peluquerías, bares y restaurantes que, al recibir un ingreso mínimo, substituían la figura local del «viejo que ayuda» por turistas extranjeros. Estos últimos, a veces más jóvenes, se percibían como más atrayentes que los potenciales proveedores de ayuda locales.

Sin embargo, los beneficios vinculados a esos extranjeros no se reducían a dinero. En los encuentros sexuales con ellos, los intercambios pasaron a involucrar simultáneamente placer sexual, posibilidades de viajes al exterior y, en algunos casos, casamiento que, en los relatos de esas entrevistadas, se materializaba con infinita más frecuencia con los visitantes internacionales que con los hombres locales de clases sociales más elevadas con los que ellas establecían relaciones de ayuda.

La atracción que los extranjeros ejercían sobre esas mujeres, no puede separarse de la fascinación entrañada en sus tradiciones sociales, provocada por el contacto con las diferencias idealizadas asociadas a hombres de posiciones sociales superiores. Ese era un aspecto registrado por los extranjeros en busca de sexo que optaban por el nordeste de Brasil al percibir que no tenían éxito entre las mujeres de los estados más ricos del sur de Brasil que, según ellos, se consideraban descendientes de europeos, no se fascinaban con extranjeros y tenían recursos propios para viajar al exterior.

Para las jóvenes de Fortaleza que se involucraban en el «turismo sexual» internacional, la atracción ejercida por esos visitantes se expresaba en la estetización de sus países de origen, en la belleza atribuida a esos hombres, racializados como blancos, y en la valorización de sus estilos de masculinidad, con fuerte peso para la tendencia al cuidado que les atribuían, que se expresaba en una ampliación del apoyo económico. La idea de cuidado era precisamente la clave que operaba en la substitución del «viejo que ayuda» local por los extranjeros.

En el ámbito más amplio de la sociedad local, esos intercambios también fueron resignificados. Cuando se trataba de jóvenes más pobres y/o consideradas de piel más oscura, que atravesaban barreras raciales y de clase y a veces migraban a Europa mediante las relaciones con los visitantes extranjeros, las relaciones de ayuda pasaron a verse como prostitución y, por tanto, a estigmatizarse en un procedimiento que accionaba clasificaciones atravesadas por género y vinculadas a clase social, color de la piel y sexualidad. En esa percepción, las definiciones de prostitución se ampliaron, englobando no necesariamente prácticas sexuales, sino agentes sociales: mujeres que corporificaban una pobreza racializada y sexualizada que, en compañía de turistas extranjeros, invadían los espacios de ocio de los estratos medios locales.

Movilidades a través de las fronteras

La vinculación realizada frecuentemente en Brasil entre «turismo sexual» internacional y trata de personas con fines de explotación sexual, condujo a prestar atención a las movilidades a través de las fronteras asociadas a estas relaciones. En Fortaleza, la idea de viajar y vivir en el exterior era central para varias entrevistadas. El contacto con los visitantes extranjeros y con mujeres locales que se habían casado con extranjeros y visitaban Fortaleza en sus vacaciones, mostrando su aparente éxito en el exterior, alimentaba esos deseos. Varias de ellas, invitadas por visitantes internacionales, partieron rumbo al norte de Italia. Fueron seguidas, en el ámbito de la etnografía multisituada, para comprender cómo estos viajes afectaron sus trayectorias y  percibir cómo la alteración de contextos afectaba sus relaciones con los turistas que conocieron en Fortaleza.

En la mitad de la primera década de este siglo, España era considerada como uno de los principales países de destino de brasileñas víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, entre ellas mujeres que habían viajado a partir de contextos de «turismo sexual» internacional. Esto condujo a incluir en la etnografía algunas ciudades españolas consideradas como particularmente significativas en términos de este problema.

En las discusiones sobre trata de personas, las maneras de viajar se consideran significativas, porque ofrecen elementos privilegiados para detectar la presencia de fraude, coerción y de redes criminales organizadas, aspectos que ofrecen indicios de este crimen. El análisis conjunto de las trayectorias de las entrevistadas de Fortaleza en Italia y de las de mujeres que viajaron a España a partir de diversas ciudades brasileñas, que incluyen contextos de «turismo sexual» como Natal y Rio de Janeiro, permitió percibir que en esos tránsitos se delineaban estilos de viajes diferentes. En este universo, los viajes a partir de esos contextos remiten a dos modalidades de desplazamientos.

La primera consiste en viajes intermediados por novios extranjeros, que no involucraron deudas y accionaron un número comparativamente reducido de contactos. Las deudas aparecen como elemento constante en la segunda modalidad, que abarca redes más amplias de personas, con diversos intermediarios. Son los viajes financiados por los clubes vinculados a la prostitución en España.

En los casos analizados, las invitaciones de los novios extranjeros permitieron a las entrevistadas dejar Brasil en un marco relativamente seguro y libre de deudas y, en la mayoría de las trayectorias de las que hacían programas en Fortaleza, abandonar la prostitución. Esas relaciones dieron lugar a casamientos que podrían integrarse en la categoría de marriage migration: mujeres del «Tercer Mundo» que se desplazan para casarse con hombres de países del Norte (35). Las jóvenes que no consiguieron casarse, podían utilizar el viaje para hacer programas en Europa y retornar a Fortaleza buscando un nuevo extranjero que les abriese posibilidades de viaje y romance.

Los relatos de mujeres que migraron a partir de otros contextos de «turismo sexual» en Brasil con el objetivo de trabajar en la industria del sexo en España, delinean un panorama diferente que remite a procesos enteramente mercantilizados, en viajes financiados por propietarios de clubes. Estos relatos muestran la articulación de diversos agentes, en Brasil y en el exterior, lo que implica la intermediación de extranjeros y brasileños en contacto con propietarios y empleados de establecimientos destinados a la prostitución en Europa y la existencia de endeudamiento. Estos viajes son los que más se aproximan a la idea de grupos organizados transnacionalmente para la explotación de la prostitución.

Sin embargo, aspectos como la existencia de esas redes y no haber sido informadas del valor de la deuda, no se perciben necesariamente por las entrevistadas como asociados a un crimen ni como violencia. Esta observación adquiere sentido al situar las percepciones sobre violencia de estas mujeres.

Violencia

La distinción entre violencia y crimen contribuye a considerar las apreciaciones de mis entrevistadas. Guita Grin Debert y Maria Filomena Gregori reflexionan sobre la diferencia entre los dos términos (36). El crimen implica la tipificación legal de los abusos, la definición de las circunstancias involucradas en los conflictos y la resolución de esos conflictos en el plano jurídico. La violencia es un término abierto a discusiones sobre significados, que implica el reconocimiento social más amplio, apenas legal, de que ciertos actos constituyen abuso. Para entender esos sentidos es necesario prestar atención a los procesos interactivos en los que los involucrados ocupan posiciones sociales desiguales.

Los relatos de las entrevistadas delinean claramente la noción de violencia. Se trata de un daño físico o moral que algunas sufrieron en el ejercicio de la prostitución y que la mayoría sintió en el ámbito de las relaciones amorosas y/o conyugales. En los relatos que circulaban en los circuitos de «turismo sexual» en Fortaleza, entre cada categoría de mujeres, hicieran o no programas, fueran de estratos sociales más bajos o medios, alguna había sufrido prácticas percibidas como violencia en el exterior por parte de algún hombre que ayudaba: cárcel privada, maltratos o amenazas. Entre las mujeres entrevistadas en el exterior, una de ellas narró con horror la tentativa de asesinato que sufrió a manos de un cliente, percibida como la mayor violencia que había sufrido.

La violencia aparecía también en los relatos sobre trata de personas con fines de explotación sexual. Sin embargo, las conceptualizaciones de violencia de esas mujeres no necesariamente mantenían relaciones con las tipificaciones legales de la trata de personas. En sus percepciones, la trata se vinculaba exclusivamente a la esclavitud (en el sentido de privación de la libertad), a tortura y a las mafias que, según ellas, controlaban migrantes de otras regiones del mundo, de algunos países del este de Europa y de África. Pero en esas narrativas, aspectos como no saber que se debía pagar una deuda con intereses y/o que sería «vigilada» mientras no la pagaba, no se consideraban análogos a ser esclava y, por tanto, no se vinculaban a la idea de trata.

Paralelamente, la violencia aparecía vinculada a los Estados nacionales, a la policía, que supuestamente debía garantizar sus derechos, particularmente a la policía migratoria. De hecho, en esas narrativas ese era el tipo de violencia evocado con más rabia y miedo. Consideraban las acciones de combate contra la trata como otro mecanismo que reforzaba la trama tejida por el gobierno español con el objetivo de deportar a las brasileñas irregulares. En las experiencias de estas mujeres, el principal factor de preocupación era esa acción represiva en relación con la prostitución y las migrantes irregulares.

En el conjunto de los relatos, la violencia que aparecía como más dolorosa, era la vinculada al daño moral sufrido en las relaciones amorosas/conyugales. Este aspecto está presente en los relatos de brasileñas que, partiendo de contextos de «turismo sexual», dejaron los mercados del sexo al casarse y en los de las que permanecieron en estos, ofreciendo servicios sexuales en el exterior.

Los casamientos que resultaron de relaciones iniciadas en los circuitos turísticos de Fortaleza, no condujeron a la venta de esposas brasileñas, a su explotación en la industria del sexo ni a violencia física. Sin embargo, remiten a varias tensiones atravesadas, en ciertas ocasiones, por violencia simbólica. En el doble tránsito involucrado en el desplazamiento a Italia y al casarse, cualidades atribuidas a esas mujeres, como la ardiente «sexualidad tropical» vinculada al color moreno que atrajo a esos hombres, se tornaban objeto de celos, desconfianzas y un intenso control realizado por ellos y sus familias. El control abarcaba las relaciones de trabajo y la sociabilidad, e involucraba otros aspectos importantes para la definición de la identidad de esas mujeres, como el temperamento y la corporalidad. Parte de las dificultades de esas relaciones se vincula con el hecho de haberse iniciado en espacios sexualizados y racializados de los circuitos turísticos internacionales en Brasil. Sin embargo, las tensiones aparecen vinculadas sobre todo a las desigualdades presentes en esas relaciones, que se acentuaban en el contexto italiano.

Entre las mujeres que migraron a partir de contextos de «turismo sexual» y conocieron a sus parejas en los sectores altamente mercantilizados de la industria del sexo en España, las tensiones eran más intensas. Esas entrevistadas tienden a afirmar una idea, presente en los estudios sobre prostitución, relativa a las presiones que sufren esos casamientos, muchas veces efecto de la doble estigmatización social que afecta a las mujeres extranjeras y prostitutas, y también a los maridos, vistos como proxenetas (37). En el relato angustiado de una brasileña que dejó su actividad como prostituta en un club de Bilbao al casarse, enamorada, con un frecuentador de ese local con el que tuvo posteriormente dos hijos:

Él dice que nuestra relación no es normal porque en una relación normal las personas se conocen en otro lugar y no en un club.  Vive humillándome, dice que soy asquerosa... Y yo aguantando...

Comentarios finales

Como se mostró en el texto, en los contextos de «turismo sexual» tienen lugar diferentes modalidades de intercambios sexuales, económicos y afectivos. Estos intercambios no se posibilitan por la demanda sino, sobre todo, por situaciones que posicionan a las poblaciones visitadas en situación de desigualdad, estimulando la oferta de sexo. Uno de los principales resultados de la etnografía fue mostrar que el «turismo sexual» no florece en contextos en los que la población local carece de interés económico/sexual en los visitantes en busca de sexo. En muchos casos esos contactos posibilitan la realización de viajes al exterior en caminos que pueden conducir al ejercicio de la prostitución en otro país, pero también pueden abrir vías para el abandono de los mercados del sexo a través del casamiento.

En prácticamente todas las trayectorias acompañadas, es posible percibir dimensiones de lo que las entrevistadas consideran como violencia. Sin embargo, más que estar asociadas a aspectos vinculados a la trata de personas, esas dimensiones involucran sobre todo relaciones con clientes de mujeres que estaban ejerciendo la prostitución de manera autónoma, pero en condiciones inseguras asociadas a la «alegalidad»6 de esa actividad en España y al estatuto migratorio irregular, a la acción represiva de la policía migratoria en el exterior y a aspectos de violencia simbólica en el ámbito de relaciones amorosas y conyugales. Y esta última está asociada a la posición desigual, racializada y marcada por la nacionalidad, ocupada por esas mujeres como migrantes, a la que se adiciona la estigmatización de la prostitución.

Referencias

1 El abolicionismo, en sus versiones contemporáneas, es una perspectiva (y un modelo legal) que procura eliminar la prostitución criminalizando su entorno y no a las prostitutas.
2 Esta afirmación vale para contextos latinoamericanos, como Brasil (5), y también europeos.
3 La securitización consiste en tomar a la seguridad nacional como el principal eje de la política exterior de un Estado, que frecuentemente se materializa en un enfoque militar y en medidas de contención migratoria (6).
4 En lo que se refiera a la trata, las discrepancias conceptuales son favorecidas por imprecisiones en las definiciones legales supranacionales, como el Protocolo de Palermo, y en las reformulaciones de leyes nacionales en lo que se refiere a ese crimen.
5 A finales de la década de los noventa, la suma entre visitantes extranjeros y brasileños conformaba 35 % de esa clientela. En los últimos años de la primera década de este siglo este cuadro se repetía con una particularidad: una presencia masculina significativa (en torno a 30 %) entre los adolescentes vinculados a la explotación sexual comercial.
6 En España la prostitución no es ilegal. Sin embargo, la criminalización del entorno de la prostitución y la represión a la prostitución en la calle, con la multa a prostitutas y clientes, neutralizan ese aspecto. Es un término utilizado en España por las organizaciones que defienden los derechos de las trabajadoras del sexo.

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FECHA DE RECEPCIÓN DE ORIGINAL: 15 de noviembre de 2013
FECHA DE APROBACIÓN PARA SU PUBLICACIÓN: 26 de febrero de 2014

 

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