Documento sin título

Revista Sexología y Sociedad. 2014; 20(2)
ISSN 1682-0045
Versión electrónica


¿Tradicionales, alternativas, diversas? Una reflexión sobre la producción de masculinidades en la contemporaneidad

Traditional, alternative, diverse? A reflection on masculinity construction on modern times

 

Dr. Fernando Seffner*, M.Sc. Oscar Ulloa Guerra**

* Doctor en Educación, profesor del Programa de Posgraduación en Educación, Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS)

** Doctorando del Programa de Posgraduación en Educación, Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS); becario de CNPQ.

fernandoseffner@gmail.com; oulloa_stgo@yahoo.es

 

Resumen

Actualmente se discute la existencia y producción intensa de nuevas formas de ser hombre. Este complejo y múltiple proceso de producción de modos de ser hombre no puede analizarse al margen de la actuación de las ONG que incorporan la temática de las masculinidades como su objetivo principal o secundario en acciones de intervención social. Se presentan algunas reflexiones formuladas a partir del análisis de las informaciones colocadas en los sitios web de cinco ONG latinoamericanas. Los análisis revelan algunas interrogantes y puntos de discusión que consideramos pertinentes para problematizar la producción de masculinidades. 

Palabras claves: género, masculinidades, ONG

Abstract

Traditional, alternative, different?—A reflection on the production of masculinities nowadays

Nowadays, the existence and profuse production of new ways of being a man is discussed. This complex and multiple production process cannot be analyzed without considering the NGOs action that incorporates the topic of masculinities as their main or secondary objective in social intervention. Some reflections are made in this paper, based on ​​the analysis of the information posted on the websites of five Latin American NGOs. The analyses reveal some questions and discussion points that we consider relevant to problematize the production of masculinities.

Keywords: gender, masculinities, NGOs

 

Introducción

En las últimas cuatro décadas, las masculinidades y los diferentes modos de ser hombre se han convertido gradualmente en un tema atractivo para los medios de comunicación, en un objeto de estudio pertinente para el ámbito académico y en un grupo poblacional que ha despertado el interés de instituciones de salud y de los servicios sociales. Los laboratorios que fabrican medicamentos y cosméticos y las grandes corporaciones de salud privada parecen haber descubierto igualmente a los hombres como un público consumidor de sus productos, tecnologías y procesos. También podemos decir que las masculinidades se han consolidado como un motivo para la creación de organizaciones no gubernamentales (ONG) y como un tópico usual en las reuniones de organismos internacionales preocupados con la igualdad y la equidad de género,[1] condicionando su énfasis como prioridad para agencias y fundaciones que financian proyectos de intervención social.

No olvidemos además que las instituciones religiosas y educativas también se han preocupado históricamente, y aún se preocupan, por cómo deben ser los hombres. Como resultado, encontramos una variedad de discursos permeados por «verdades» construidas en dichas instancias (y otras) que representan una disputa política por legitimar o desvalorizar determinadas formas de ser hombre a través de argumentos médicos, psicológicos, religiosos o políticos, entre otros.

Cada una de estas instancias participa activamente en la configuración de los diferentes discursos que circulan en torno a las masculinidades. Podemos decir que estamos presenciando una producción intensa de modos diversos de ser hombres, no pocas veces llamados de «nuevas masculinidades». Y al mismo tiempo es difícil dejar de percibir cómo (re)aparecen referencias a masculinidades tradicionales, como la que encontramos en la propaganda del desodorante Old Spice, en la que se hace un llamado a ser hombres hombres.[2]

En este sentido, ya sea para aprobarlas o para desacreditarlas parcial o totalmente, es posible afirmar que en dichos espacios se discute de alguna manera la existencia de nuevas formas de ser hombre, nombradas también como nuevas masculinidades, masculinidades no hegemónicas, emergentes, no tradicionales, positivas, alternativas, feministas o disidentes. Es muy probable que estos términos se relacionen con teorías que defienden la existencia de una jerarquía que define masculinidades hegemónicas (dominantes, representativas, tradicionales) en relativa oposición con atributos, actitudes y comportamientos, no necesariamente opuestos, de ser hombre (1).

Este complejo y múltiple proceso de producción de nuevos hombres no puede analizarse de modo desconectado de la actuación de las ONG que incorporan la temática de las masculinidades como su objetivo principal o correlato en acciones de intervención social. Estas ONG se han consolidado como instancias sociales que participan activamente en la producción de identidades masculinas, en la producción de lo que consideran «hombres diferentes». A partir de los objetivos que declaran estas ONG, de las actividades que realizan, de sus mensajes, de las convocatorias y de las imágenes que utilizan, ellas construyen saberes, conceptos, comportamientos y representaciones de lo que debe ser un hombre en estos tiempos llamados «nuevos». En particular, en los países llamados «emergentes», y Brasil es uno de estos, las ONG han desempeñado un papel fundamental tanto como observadoras y críticas de las políticas públicas de salud y educación como en la propuesta de modos de acción e intervención social. También en el caso brasileño, las ONG tienen una significativa presencia en los medios de comunicación y también en los consejos consultivos de órganos gubernamentales y de instancias deliberativas en la implementación de políticas públicas, y guardan vínculo con los más variados movimientos sociales, así como con agencias financiadoras nacionales e internacionales y con instituciones del sistema de las Naciones Unidas.

En esta dirección, lo que pretendemos en este artículo es compartir algunas reflexiones sobre la producción de las masculinidades, tomando especialmente como referencia algunas ONG de la América Latina que buscan promover cambios en los hombres. Para nuestros análisis recopilamos las informaciones e imágenes colocadas en las páginas de internet de diferentes ONG de Brasil y de otros países latinoamericanos, todas con más de cinco años de experiencia de trabajo con grupos de hombres. El período en que se recogieron las informaciones, correspondió a los primeros seis meses de 2012.

Apostamos por las páginas de internet de las ONG como fuente de información, porque hemos constatado que las ONG que trabajan con la temática de las masculinidades se caracterizan por una enorme inserción en los ambientes virtuales, por lo que puede afirmarse que prácticamente ninguna de estas existe sin mantener una presencia activa en la web, ya sea a través de blogs, home pages, álbumes de fotos y el uso de herramientas como Twitter, Facebook y Orkut.

Consideramos necesario resaltar que este es el primer texto escrito de una investigación  doctoral aún sin concluir. Por ahora apuntaremos algunas impresiones que corresponden a una aproximación que posteriormente vamos a problematizar integrando otros puntos de discusión, aumentando el número de ONG, entrevistando a las personas que coordinan este tipo de proyectos y examinando los diseños e informes de estos.

La construcción de las masculinidades a través de las ONG

No son pocos los recursos que los medios de comunicación en Brasil, y en la mayoría de los países donde los gobiernos promueven la equidad de género, dedican para dar visibilidad a los «nuevos» hombres, quizás porque la polémica que abarca el tema lo convierte en una señal de posibilidades lucrativas. Lo que parece evidente es que la prensa ha sido relevante para extender la idea de que los hombres están transitando por un acelerado proceso de cambio y para mostrar públicamente este hecho. No es difícil ver un reportaje, un artículo en el periódico, la portada de una revista, el personaje de una novela, documental o filme, o un anuncio, que represente y destaque hombres que se distancian de algunos patrones dominantes que establecen lo que es ser un hombre «de verdad». Podemos encontrar un padre afectivo y poco autoritario, y un esposo romántico y delicado; hombres que colaboran con las tareas domésticas o participan activamente en estas; hombres que se depilan y cuidan del cabello, las ropas y su apariencia física. También aparecen hombres que se identifican con las causas de las mujeres y defienden su inserción y promoción laboral y política; otros que consiguen aceptar y promover el éxito de sus esposas; unos que reconocen su atracción por las novelas, la danza y el teatro; y no pocos que escogen profesiones consideradas tradicionalmente femeninas, como enfermería y educación infantil.

En los medios de comunicación se presentan también, en menor medida, hombres que asumen públicamente su homosexualidad y que consiguen tener éxito en el ámbito laboral. Incluso en el campo de la sexualidad, hemos visto hombres que reconocen y hablan sobre su comportamiento bisexual, o heterosexuales que disfrutan de los cariños de otros hombres que igualmente se declaran heterosexuales (2). Lo implícito en estas masculinidades es un distanciamiento de representaciones que privilegian la imagen de un hombre violento, autoritario, viril, necesariamente heterosexual, temerario (y temido), autosuficiente, que no se interesa por las tareas domésticas, que asume una paternidad distanciada, que no expresa abiertamente sus sentimientos, que toma las decisiones relevantes de la familia y que no está altamente (pre)ocupado por su apariencia estética: un distanciamiento que, en determinados momentos y contextos, podría comprenderse como fisuras en el proyecto de «construir hombres de verdad», en el proyecto de inscribir y tornar deseables ideales hegemónicos de masculinidad en los propios hombres (1).

El movimiento feminista y el movimiento LGBT[3] se destacan en la denuncia de una masculinidad opresiva. El poder masculino y la heteronormatividad constituyen los focos principales de sus cuestionamientos, destacando que, en nombre de ese poder masculino, la humanidad ya vio todo tipo de atrocidades: mujeres maltratadas, robadas, encerradas, agredidas, asesinadas, quemadas, violadas, discriminadas, castigadas, subyugadas. La lista puede completarse con infantes, homosexuales, travestis, personas negras, ancianos y todo lo que posea alguna marca femenina o de inferioridad. Esto justifica que no podamos considerar el creciente interés por la masculinidad como algo accidental o como una genuina y exclusiva preocupación de los hombres, movidos por fuerzas vagas como «nuevos tiempos», «nuevo milenio», «deseo de aprovechar la vida», «deseo de ser flexible» o «nuevas exigencias del mercado».

No obstante, al anunciar y difundir el surgimiento de nuevos hombres, en general los temas de revistas y programas de televisión no establecen una conexión clara con el feminismo, que ha estado ejerciendo una actividad política prominente por los derechos de las mujeres y ha venido produciendo hace muchos años «nuevas formas de ser mujer», generando con ello alteraciones en las relaciones de género.

Las críticas a las masculinidades opresoras y dominantes y la visibilidad de hombres «diferentes» no pueden comprenderse al margen de las denuncias del movimiento feminista y de los estudios de mujeres. De igual forma, tampoco pueden ignorarse los impactos de las actividades de los movimientos LGBT, que desestabilizan los modos dominantes de ser hombre y van produciendo visibilidad en los actores homosexuales masculinos. Relevantes también son las contribuciones de los estudios de masculinidades, las experiencias de centros y organizaciones que trabajan con hombres, y las reformas jurídicas conquistadas como resultados de estos procesos. En fin, en el proyecto de producir «nuevos hombres» existen muchos intereses entrecruzados y no pocas veces desencontrados. Los hombres que las feministas desean, tal vez no se correspondan totalmente con las formas de ser hombres que defienden los movimientos LGBT. Incluso, cada corriente feminista interpreta con matices diferentes los cambios en las relaciones de género. Los modos de ser hombre que privilegian los activistas homosexuales, no necesariamente son los mismos que valorizan los travestis, transexuales y lesbianas. De la misma forma, las preocupaciones de quienes estudian la mortalidad y morbilidad en la población masculina y los cambios que proponen, probablemente no tienen mucho que ver con la resignificación de la paternidad que promueven algunas ONG.

Existe una diversidad de intereses, a veces enmarañados y opuestos, por detrás de los cambios en los hombres. Estos intereses responden a múltiples cuestionamientos que no pueden analizarse sin tener en cuenta las divergencias que existen entre las diferentes teorías de género, las discordancias políticas de los movimientos feministas y LGBT, los intereses lucrativos de las empresas que perciben a los nuevos hombres como potenciales consumidores de determinados productos, y las resistencias que están presentes en cualquier proceso de transformación. Esto confirma que las masculinidades se construyen y producen en estrecha conexión con intereses inherentes a las relaciones de poder que se establecen de forma desigual en determinado contexto histórico-cultural. Si agregamos a este análisis las especificidades que pueden emerger del entrecruzamiento entre masculinidades y representaciones de clase, raza, nacionalidad, sexualidad, profesión, religión, residencia, edad y escolaridad, encontraremos múltiples posibilidades de nuevos hombres cargadas de contradicciones, fragmentaciones, ambigüedades e indefiniciones. No obstante, existe una idea bien definida y consensuada: una inmensa parte de los hombres debe cambiar.

 

Buscando a los nuevos hombres en las ONG

En la actualidad es difícil establecer límites tan definidos en una tentativa de clasificar las ONG que promueven cambios en los hombres. No obstante, ellas poseen un elemento en común: la mayoría se declara a favor del feminismo y propone desarrollar modos de educación feminista o promover cambios en los hombres en sintonía con los principios y aspiraciones del feminismo.

La multiplicación de las ONG que trabajan con hombres en diferentes países está estrechamente vinculada con la visibilidad que los hombres comenzaron a tener como objeto de cambio en los debates y encuentros internacionales, siendo reconocidos como factor clave para eliminar las desigualdades de género. Por ejemplo, el Programa de Acción derivado de la Conferencia Mundial de Población, Cairo, 1994, resalta la función social y familiar de los hombres y sus responsabilidades en los comportamientos sexuales y reproductivos. Poco después, en 1999, los hombres ocuparon un espacio mayor en el Informe Especial de las Naciones Unidas sobre el Examen y Evaluación del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, en el que subrayó que dirigentes, progenitores y personal educativo deben promover modelos positivos que ayuden a los varones a convertirse en adultos sensibilizados con la cuestión de género (3). Asimismo, se aborda la necesidad de que los hombres respeten los derechos humanos de las mujeres, dividan las responsabilidades de la casa, participen en el cuidado de la infancia y eliminen la violencia sexual y otros tipos de violencia. La inserción de los hombres como objeto de intervención en estos documentos rectores ha sido decisiva para ampliar las prioridades y temas de financiamiento por parte de agencias gubernamentales e internacionales, y por consiguiente la expansión de las ONG que lideran proyectos con hombres.

Parece que el principal argumento inicial para la creación o multiplicación de estas ONG fue el reconocimiento de la importancia de los hombres para eliminar la violencia contra las mujeres y otros grupos sociales, aunque hoy los fundamentos, objetivos y dimensiones de trabajo se hayan ampliado y diversificado, como destaca Arilha en sus análisis sobre los documentos de las conferencias de la Organización de las Naciones Unidas al plantear que la reflexión sobre los hombres en los procesos de desarrollo ha estado marcada por un carácter instrumentalista; o sea, se hace referencia a los hombres apenas para mejorar las condiciones de salud y el ejercicio de los derechos de las mujeres (4).

Las diferentes actividades de las ONG que trabajan con hombres (sensibilización, capacitación, estudio, educación, trabajo grupal, terapia, promoción de políticas públicas, propuestas legales, orientación, asesoría, organización de manifestaciones, encuentros o congresos, producción bibliográfica, edición de periódicos, compilación de materiales bibliográficos, líneas de ayuda, registro de denuncias, apoyo personal), constituyen prácticas que persiguen la promoción y constitución de nuevas significaciones y modos alternativos de pensar y vivir la masculinidad. La extensión de estas ONG en Brasil y en casi todas las regiones del mundo es constatable en una breve búsqueda por internet. Estas ONG se presentan respondiendo al imperativo de incluir a los hombres en la construcción de la equidad de género, en la promoción de una cultura de paz o en la prevención de la violencia, y proponen un discurso alternativo sobre cómo deben ser los hombres y las mujeres. Unas declaran como beneficiarios a los hombres, pero también es posible encontrar la inclusión del tema de las masculinidades en algunos de los objetivos específicos de las ONG que trabajan exclusivamente con mujeres o que abordan temas como violencia, drogas, cáncer, VIH/sida, cultura de paz y paternidad.

Una de estas ONG con un trabajo consolidado en la región es el Instituto Costarricense de Masculinidad, Pareja y Sexualidad, creado en 1999 y conocido como Instituto WEM. Se autodescribe como «una organización que trabaja la temática de género principalmente con la población masculina, en temas como violencia, equidad, promoción de nuevas masculinidades, paternidad y sexualidad» (5). En los propósitos y áreas de trabajo del Instituto WEM, la relación violencia-masculinidad aparece reiteradamente tanto en sus objetivos como en sus principios, áreas de trabajo y programas. En la «Escuela para Hombres», que parece ser el programa principal de esta ONG, la cuestión del control de la ira y la prevención de la violencia es el primer tema a discutir con los hombres. No obstante, otras temáticas también se incluyen en el currículo de esta escuela: paternidad, salud, estrés, comunicación en las relaciones conyugales, celos, infidelidad, separación y sexualidad masculina.

El Instituto WEM apuesta por la perspectiva pedagógica, destacando la lógica enseñanza-aprendizaje y creando metodologías que auxilien en la instrumentación de pedagogías de género y sexualidad (6) para producir hombres mejores. En este sentido, ¿cuáles son los hombres que deben mejorar? El propio Instituto afirma que una de las poblaciones con que han trabajado son los hombres machistas, que en algunos casos han sido violentos o ejercen un excesivo control sobre sus parejas. Este parece ser el principal público-meta: hombres de clases con poca renta, aparentemente heterosexuales, entre treinta y cuarenta años, que no le dan mucha importancia al cuidado del cuerpo, celosos y con riesgo de actitudes violentas. Exactamente lo que popularmente algunos califican de «hombre primitivo»: «Hombres que se desenvuelven en ambientes tradicionalmente (y no exclusivamente) masculinos (obreros, conductores de ómnibus, taxi y tráiler; policías, futbolistas, entre otros)» (5). Las imágenes que acompañan los objetivos y áreas de trabajo, confirman esta idea. Los términos diversidad sexual y movimiento gay aparecen de modo discreto en el sitio web de WEM. Parece que nos encontramos con una alternativa de promoción del cambio en los hombres más enfocada en hombres heterosexuales que pueden ser mejores que a otras posibilidades de ser hombres no necesariamente heterosexuales.

Pudiéramos decir que estamos frente a disonancias entre las representaciones de nuevas masculinidades que destacan los medios de comunicación y las metas de las ONG. Estos nuevos hombres que resuenan en la prensa, la mayor parte de las veces son representados por individuos jóvenes, blancos, rubios, depilados, altos, delgados o con músculos definidos, insertados en un nivel de consumo de clase media. Sin embargo, la representación de cambio del Instituto WEM se acerca a un hombre que puede ser de poca renta, pero básicamente heterosexual, no violento, trabajador, respetuoso como esposo, implicado como padre en la educación de los/las hijos/as, pero quizás homofóbico.

En la década de los noventa también aparece el Instituto PAPAI,[4] ONG de Brasil fundada en 1997. Aunque las temáticas masculinas estén en el centro de los proyectos de PAPAI, en la misión institucional que declaran no aparece de forma explícita:

…nuestro objetivo principal es contribuir al fortalecimiento de las acciones de la sociedad civil que buscan la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, promoviendo la formulación y el monitoreo de políticas públicas orientadas por la perspectiva feminista y de género [7].

PAPAI explicita en sus antecedentes que «es fruto de las conquistas de los movimientos sociales que se establecieron históricamente a partir de la década de 1960, particularmente los movimientos de mujeres, feminista y los de defensa de los derechos sexuales, principalmente de gays y lesbianas» (7). Esta declaración define la plataforma política de PAPAI, en la cual el respeto a los derechos sexuales y reproductivos, la diversidad humana y la superación de todas las formas de discriminación y violencia, principalmente las basadas en género, raza/etnia, edad y/u orientación sexual, son principios que deben atravesar sus proyectos. Coherentes con estos valores, en el sitio de PAPAI circulan imágenes que ilustran una mayor diversidad de masculinidades, si bien son predominantemente hombres mestizos y negros de baja renta. Por ejemplo, las fotos que acompañan el anuncio del VI Seminario Nacional «Hombres y masculinidades: prácticas de intimidad y políticas públicas» (2010), organizado por el Instituto PAPAI en conjunto con otras entidades, confirman esta idea. No obstante, llama la atención que el hombre escogido para acompañar la página principal del sitio web de esta ONG sea Ernesto Che Guevara. Sin dudas, un luchador que defendió muchas causas y con una posición ideológica sobre el hombre nuevo (8), pero es difícil afirmar que sea una referencia a la hora de hablar de la necesidad de hombres diferentes, aunque esto no quiere decir que no reconociera las discriminaciones y violaciones de los derechos de las mujeres.

Otra ONG que tiene mucha visibilidad en Brasil es el Instituto Promundo, asociación sin fines lucrativos que surgió en 1997. La misión de Promundo es «promover la igualdad de género y prevenir la violencia contra mujeres, infantes y jóvenes en Brasil y en el mundo» (9). Al ser esta la misión principal, el tema de las masculinidades constituye una de sus principales áreas de trabajo. Los proyectos y programas de Promundo evidencian la preocupación de sus líderes por «la masculinidad tradicional». En el Programa H, desarrollado en Brasil y en otros países, aparecen destacados el cuidado de la salud, el incentivo a asumir responsablemente la paternidad y el respeto hacia las mujeres, como comportamientos más equitativos en los hombres. A partir del análisis de los objetivos, programas e imágenes colocadas en el sitio web de Promundo, podemos afirmar que las expectativas de esta ONG con relación a las masculinidades se asocian con la representación ya descrita de un hombre no violento, trabajador, que respeta a las mujeres, buen padre, pero tal vez homofóbico.

Hombres por la Equidad, de México, promueve «políticas públicas con perspectiva de género para fomentar la ciudadanía, contribuyendo con la eliminación de la violencia de género y cuestionando visiones tradicionales de masculinidad» (10). Para alcanzar este objetivo, desarrollan tres actividades fundamentales: grupos de reflexión, atención psicoterapéutica y cursos, entre los que se destaca un diplomado sobre masculinidades y atención a hombres violentos. En este caso encontramos nuevamente la reiteración de dos temas que parecen ser de gran interés para las ONG que trabajan con hombres: la violencia, fundamentalmente la ejercida contra las mujeres, y la paternidad. No obstante, los estudios de masculinidades en diferentes países han contribuido a visibilizar otras problemáticas, tales como los accidentes de trabajo y de tránsito, el suicidio, los efectos del desempleo, el liderazgo masculino, las conductas adictivas, la sexualidad, la homofobia y la migración (2, 11-15). Podemos afirmar que violencia contra las mujeres y paternidad estructuran la mayoría de los proyectos desarrollados actualmente por estas ONG.

En comparación con los casos precedentes, en la página web de Hombres por la Equidad encontramos atributos no muy diferentes a los deseados en los «hombres en transformación», objeto de las intervenciones de las otras ONG. Estos ideales de hombres están marcadamente atravesados por los intereses que, hace muchos años, son demandas de las feministas: hombres no violentos y hombres que asuman responsablemente la paternidad. Incluso, las expectativas con relación a la paternidad se construyeron basadas en los malestares de las mujeres y no en los malestares, frustraciones y barreras que vivencian algunos hombres. Asimismo, nótese que se hace referencia principalmente a la paternidad en familias heterosexuales, sin mostrar la diversidad enorme de estructuras familiares. Hombres por la Equidad también desarrolla un curso con jóvenes para promover la equidad de género. Aunque existen otros cursos (familia, paternidad, relaciones amorosas, experiencia emocional masculina), en el material que comenta los encuentros con jóvenes aparece una diferencia en comparación con las restantes informaciones del sitio web: la posibilidad de que los hombres expresen identidades desvalorizadas o no legitimadas. En el sitio web aparece que «es importante trabajar la equidad con los jóvenes, donde la diversidad, la tolerancia, el diálogo, la cooperación, la fidelidad, sean nuevos valores de su identidad [...] sea la masculina o la que definan construir» (10).

Por último, consideramos pertinente incluir el Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género,[5] de Uruguay. Se define como un equipo de profesionales de las ciencias humanas, sociales y de la educación, con formaciones específicas en género y masculinidades. Los objetivos del Centro son amplios, pues abarca temas como salud, convivencia democrática entre los géneros, promoción de espacios de reflexión en torno a las problemáticas de los hombres, políticas públicas, derechos reproductivos, sexualidad masculina y defensa de los derechos y oportunidades de los hombres gays, transexuales y travestis. Basados en estas informaciones, podemos decir que el Centro se distingue por la variedad de temas que trabaja y por el reconocimiento de diversas identidades masculinas. Sus actividades se concentran en grupos de hombres y atención psicoterapéutica. En los grupos de reflexión se dialoga sobre sexualidad, paternidad, poder, violencia, xenofobia, clase, socialización de género y patriarcado, fomentando comportamientos no violentos, la igualdad de oportunidades, la formación de modelos no hegemónicos y la eliminación de la discriminación por motivos de raza, clase, orientación sexual y religión.

En el sitio web del Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género las nuevas masculinidades aparecen como una posibilidad para todos los hombres, dependiendo de las cualidades que se visibilicen más en cada momento. Las imágenes colocadas en la página virtual exhiben, mayoritariamente, hombres blancos que parecen corresponder con la propuesta de pensar en otras maneras de ser hombre. Aparecen hombres cariñosos con sus parejas, que disfrutan el tiempo con sus hijos/as, que se apasionan por otros hombres, y hombres que apuestan por la experiencia de criar juntos a sus hijos/as. Aunque es evidente que las imágenes proceden de filmes o de otras fuentes de ficción, ellas reflejan la posición de la institución y sus valores. No obstante, al detenernos en el perfil de estas imágenes, el Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género refuerza la idea de que el final feliz de ciertas transgresiones masculinas es solamente un «privilegio» de los hombres blancos y de clase media.

Consideraciones finales

El análisis preliminar de los sitios de estas ONG que trabajan con hombres, revela que la violencia y la paternidad se configuran como los dos temas que más justifican las actividades de estas agrupaciones, apareciendo la salud en tercer lugar.

Es necesario destacar que las representaciones de «nuevos hombres» apenas se propagan por las ONG que trabajan la cuestión masculina, pero estas se establecen como una instancia autorizada para hablar, clasificar, proponer y ordenar axiológicamente representaciones de masculinidades a través de los diferentes saberes que circulan en los textos e imágenes de sus sitios virtuales, en los espacios de reflexión grupal y en los seminarios y debates que organizan. Estas prácticas producen efectos, consolidan verdades y configuran subjetividades. Incluso, las mujeres, aunque no son el público objeto de estas ONG, también son impactadas por estos mensajes.

Consideramos necesario resaltar que nuestra intención no es desvalorizar las directrices de las ONG que trabajan con hombres; tan solo pensamos que es preciso reflexionar sobre sus características y actividades principales. Como investigadores involucrados con estos temas, reconocemos el valor de la lucha por la transformación de los hombres y apreciamos la multiplicación de los grupos con hombres, una acción clave e imprescindible para garantizar el éxito de leyes y programas por la igualdad y equidad de género.

 

Referencias bibliográficas

1. Connell R. Masculinidades. México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México; 2003.

2. Seffner F. Derivas da masculinidade: representação, identidade e diferença no âmbito da masculinidade bissexual. Tesis para optar por el doctorado en Educación. Faculdad de Educación, Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Porto Alegre; 2003.

3. United Nations. Key Actions for the Further Implementation of the Programme of Action of the ICPD, 1999 [citado 22 oct. 2011]. Disponible en: http://www.unfpa.org/public/home/sitemap/icpd/International-Conference-on-population-and-Development/ICPD5-key-actions

4. Arilha M. O masculino em Conferências e programas das Nações Unidas: para uma crítica do discurso de gênero. Tesis para optar por el doctorado en Salud Pública. Faculdad de Salud Pública, Universidad de São Paulo, São Paulo; 2005.

5. Instituto WEM. ¿Qué es WEM? [citado 5 nov. 2011]. Disponible en: http://www.institutowemcr.org/que_es/index.htm

6. Louro GL. Gênero e sexualidade: pedagogias contemporâneas. Pro-Posições 2008; 19(2):17-23.

7. Instituto PAPAI. Quem somos? [citado 5 nov. 2011]. Disponible en: http://www.papai.org.br/

8. Guevara E. El socialismo y el hombre nuevo. México, D.F.: Siglo XXI Editores; 1977.

9. Promundo. Apresentação [citado 5 nov., 2011]. Disponible en: http://www.promundo.org.br/o-promundo/apresentacao/

10. Hombres por la Equidad. Presentación [citado 14 nov. 2011]. Disponible en: http://www.hombresporlaequidad.org.mx/

11. Bonino L. Varones, género y salud mental: reconstruyendo la «normalidad» masculina. En Carabí A, Segarra M, editores. Nuevas masculinidades. Barcelona: Icaria; 2000. pp. 41-64.

12. Campos Á, Salas JM. La masculinidad en Costa Rica. El estado de la cuestión. Retos y perspectivas. En Masculinidades en Centro América. San José: Lara Segura Editores; 2005. pp. 109-22.

13. Paíva C. Corpos/seres que não importam. Sobre homossexuais velhos. Bagoas 2009; 4:191-208.

14. Seidler V. Masculinidades. Culturas globales y vidas íntimas. Londres: Zed Books; 2006.

15. Vilaseca GA. El quiebre del proyecto laboral y su repercusión en la vida del varón. En Jiménez ML, Tena O, coordinadores. Reflexiones sobre masculinidades y empleo. Cuernavaca: UNAM; 2007. pp. 377-97.

Fecha de recepción de original: 3 de junio de 2014

Fecha de aprobación para su publicación: 31 de octubre de 2014

 



[1] Aunque a veces se usen indistintamente los términos igualdad y equidad, no los asumimos como sinónimos. El concepto de igualdad de género parte de la idea de que todas y todos somos iguales en todos los aspectos y dimensiones de la vida (políticos, económicos, sociales, educativos, profesionales) y que, por tanto, tenemos los mismos derechos. Por equidad de género entendemos el trato diferenciado entre mujeres y hombres, teniendo en cuenta sus necesidades respectivas, las condiciones específicas y las dificultades de cada grupo para conseguir acceder a determinados derechos.

[2] Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=bsTGvy5pc04

[3] Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales y Transgénero.

[4] Las siglas parecen relacionarse con la principal iniciativa de la ONG en 1997: el Programa de Apoyo al Padre Adolescente y Joven.

[5] Disponible en: http://www.masculinidadesygenero.org/index.html [citado 14 nov. 2011].

Enlaces refback

  • No hay ningún enlace refback.