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Revista Sexología y Sociedad. 2013; Vol. 19, No. 2
ISSN 1682-0045
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COMUNICACIONES

Hombres y mujeres, ¿solo un problema
de rosa y azul?
La formación
del sujeto que somos.
Capitalismo, relaciones sociales y vida cotidiana1

Men and women—Just a question of pink and blue?
The formation of the subject we are. Capitalism, social relations
and daily life

Dra. Mirtha Cucco García
Centro de Desarrollo en Salud Comunitaria Marie Lange

mirthacuc@gmail.com

Doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Psicología Social. Psicóloga Especialista en Psicología Clínica y autora de la Metodología de los Procesos Correctores Comunitarios y de sus programas de Intervención Comunitaria. Directora de la Casa Central del Centro de Desarrollo en Salud Comunitaria Marie Langer, con sede en Madrid, y del Centro de Desarrollo de Salud Comunitaria YVY Marané, en Córdova, Argentina y coordinadora del Departamento Docente nacional e internacional.

RESUMEN

El propósito de este trabajo es rescatar la importancia del análisis de los roles masculino y femenino desde una concepción estructural, entendiendo la construcción de dichos roles acorde con la formación económico-social que les da lugar. Esto permite descifrar la alta ingeniería que conllevan los roles asignados-asumidos masculino y femenino en la lógica del Capital, que subsume a su vez la lógica del patriarcado. Se presenta como ejemplo paradigmático el rol del «hombre trabajador eficaz» y el de la «mujer ama de casa», y ciertas vicisitudes de sus cambios. Se parte de la base de que no hay personas o cosas a las que se agreguen cualidades por estar en el sistema capitalista, sino que la relación capitalista es a condición de estar mediada por personas y cosas capitalistas. Será necesario determinar entonces el proceso que genera realidad e individuos afines a esta y aptos para reproducir un orden dado, y entender, por tanto, cómo se «fabrica el hombre y la mujer capitalistas». Se presenta la vida cotidiana como escenario idóneo para determinar el destino de las necesidades de los sujetos acorde a ese orden dado y se da cuenta del papel que cumplen las formaciones imaginarias sociales en la institución de la sociedad, ya que no solo se trata de un modo de producción económica, sino también de un modo de producción social. Se detalla la conceptualización de los Supuestos Falsos, esquema de interesante potencia explicativa, fruto de una rica experiencia de trabajo desde la concepción de la Metodología ProCC.

Palabras clave: género, lógica hegemónica, imaginario social, vida cotidiana, Supuestos Falsos.

ABSTRACT

The purpose of this paper is to rescue the importance of the analysis of male and female roles from a structural design, assuming this role construction from the socioeconomic structure that gives rise to them. It enables to decode the fine engineering that involves the assigned-assumed roles, male and female, in the logic of capital, which in turn subsumes the logic of patriarchy. The roles of an «effective working man» and a «woman housewife» as well as certain events of their changes are presented as a paradigmatic example. It is taken for granted that no qualities are added to any person or thing for just being within the capitalist system but the capitalist relationship exists because it is mediated by capitalist persons and things. Then, it would be necessary to determine the process that generates reality and individuals closely related to it and capable of reproducing a given order and of understanding therefore how «the capitalist man and woman are created.» Daily life is presented as the ideal scenario to determine the fate of the subjects’ needs according to the given order. The role played by social imaginary formations in the institution of society not only because it is a mode of economic production but also a mode of social production. The conceptualization of the False Assumptions, a diagram with an interesting explanatory strength and the result of the rich work experience in the creation of the Methodology of ProCC (Community Correcting Processes), is detailed.

Key words: gender, hegemonic logic, social imaginary, daily life, False Assumptions.

Introducción

Cuando hacemos una aproximación histórico-social a la producción de nuestra existencia es problema central determinar qué es lo que tomamos como unidad de análisis. La posición liberal comporta tomar como unidad de análisis al individuo […]. Pero como nuestra producción no es sólo física, sino que también es emocional y simbólica, y dado que además las relaciones que hacen posibles nuestras vidas nos preceden y permanecen después de nuestra muerte, es posible considerar que la unidad mínima sea ese conjunto de relaciones, «la sociedad». En este caso cada ser humano sería el producto de un cierto orden social, hablaría de un lenguaje recibido, desearía lo que bajo ciertas condiciones se hace deseable, haría lo que corresponde al lugar que tiene asignado y ya no se le podría considerar la unidad básica de la sociedad.

M. J. Izquierdo: El malestar de la desigualdad (1).

Consideramos como muy importante poder abordar el trabajo de los roles2 masculino y femenino desde una concepción estructural, entendiendo la construcción de dichos roles acorde con la formación económico-social que les da lugar. Esto nos permite descifrar la alta ingeniería, que en la lógica del Capital, conllevan los roles asignados-asumidos masculino y femenino, pudiendo tomar como un ejemplo paradigmático lo que hemos llamado «el rol del hombre trabajador» y «el rol de la mujer ama de casa».

Partimos de la base de que no hay personas o cosas a las que se agreguen cualidades por estar en el sistema capitalista, sino que la relación capitalista es a condición de estar mediada por personas y cosas capitalistas. Así, la conciencia mitificada de los capitalistas es una condición del funcionamiento de una economía capitalista.

C. Castoriadis nos alerta acerca de que, cuando Marx habla de la relación entre personas mediadas por cosas, hay que cuidar de no entender estas relaciones como algo «exterior» o agregado a las personas y a las cosas, que serían idealmente definibles con independencia de su inserción en ese tipo de relaciones (2).

Será necesario determinar entonces el proceso que genera realidad e individuos afines a esta, aptos para reproducir un orden dado. Será necesario dar cuenta de la relación entre una formación económico-social y el devenir subjetivo. Será necesario entender cómo se «fabrica el hombre y la mujer capitalistas». Será necesario identificar en la vida cotidiana nuestros comportamientos para no luchar por la autonomía, a la vez que en la cotidianidad de nuestras vidas reproducimos dependencia.

Para ello nos es de gran utilidad comprender el papel que cumplen las formaciones imaginarias sociales en la institución de la sociedad, ya que no solo se trata de un modo de producción económica, sino de un modo de producción social.

Lo que instituye, materializa y hace posible una sociedad, está dado por la estructura de unas relaciones materiales, junto a la producción de universos de sentido que dice que «las cosas son como son». (Por ejemplo, un billete de 10 euros es un objeto real, papel emitido por el Estado, que tiene un carácter simbólico, ya que representa un poder adquisitivo, y esto conlleva un nivel imaginario. Se debe participar de ese imaginario para dotar a ese «real» de una entidad particular; de lo contrario solo sería un pedazo de papel.) Así, desde la articulación de un universo de significaciones imaginarias sociales que operan como corrientes de sentido, se puede regular el comportamiento de las gentes.

La institución familiar es un ámbito privilegiado para realizar, paso a paso, este disciplinamiento de los comportamientos.

Por tanto, siempre todo lo que una sociedad establece como real conlleva una carga imaginaria. Aquello asumido como realidad social («el empresario crea puestos de trabajo», «siempre existieron los pobres», «esto es natural de las mujeres», «los hombres son egoístas por naturaleza»,…) trae consigo una interpretación colectiva solidificada socialmente y arraigada en las subjetividades.

Al respecto, Castoriadis dice que «cuando Marx plantea “una máquina no es en sí misma más capital que el oro en sí mismo moneda”, aquí, del mismo modo que cuando habla del carácter fetiche de la mercancía, aquello en lo que pensaba sin nombrarlo, era lo que nosotros llamamos significaciones imaginarias sociales», agregando que «para que el oro se convierta en moneda es menester un desarrollo histórico-social, que a partir de las formas embrionarias de intercambio, conduce a la institución del equivalente general» (3). El capitalismo emerge indisolublemente unido a la alteración de los individuos, de las cosas, de las relaciones sociales, de las instituciones.

La sociedad busca entonces instituir interpretaciones dominantes que se arraiguen en las subjetividades, intentando clausurar todo intento de interrogación, dado que esto entraña el riesgo de cuestionar las certidumbres sobre las que se asienta su identidad. Esta institución de las significaciones instaura las condiciones de lo factible, y mantiene unida a una sociedad, en el plano de la subjetividad colectiva. Así toda formación económico-social «sujeta» su orden.

Pero cabe decir también que la sociedad es intrínsecamente historia y que frente a lo instituido se pueden operar nuevos procesos instituyentes.

En este sentido, queremos rescatar la vida cotidiana como un lugar privilegiado para la intervención de estos procesos. A pesar de ser considerada con cierto desdén como lugar de mera empiria, es imprescindible su estudio toda vez que se quiera comprender la relación entre el mundo económico-social y la vida humana. La vida cotidiana es el espacio idóneo para observar:

  • cómo se materializa una formación económico-social dada;
  • cómo se instituyen sujetos acordes a ese orden dado;
  • cómo se invisibilizan los malestares que genera, dándoles estatus de normales y dejándolos sujetos a una queja sin análisis ni consecuencias, conformándose el estado de conformismo generalizado.

La Psicología Social, desde la perspectiva de Enrique Pichon Rivière, se inscribe en la crítica de la vida cotidiana. Esta implica, al decir de A. Pampliega de Quiroga y J. Racedo, «el análisis del destino de las necesidades de los hombres en una formación económico-social determinada» (4). Según estas autoras, permite estudiar las lógicas que articulan la sociabilidad, el sistema de significaciones y los mecanismos con los que el sistema social produce los sujetos ideológicos buscados para su continuidad y desarrollo. Accediendo a una mejor comprensión de las lógicas que articulan la cotidianidad, del tipo de sociabilidad y del sistema de significaciones, se estará en mejores condiciones de dar cuenta de la configuración social del sujeto, para poder abordarlo en sus condiciones concretas de existencia.

La explotación capitalista ha cambiado las estrategias de siglos anteriores por la estrategia de una alienación cada vez más generalizada, por cotidiana, que encubre la conciencia de la explotación a través de la estructuración y la programación de la cotidianidad. Por tanto, desarrollar un nivel de intervención de la vida cotidiana se hace hoy, más que nunca, imprescindible.

Asimismo, el estudio de los procesos grupales también se hace esencial, toda vez que constituyen el lugar de génesis y neogénesis de los sujetos.

Son un eslabón perdido desde la ideología dominante y, junto al nivel institucional, conforman los espacios de intermediación entre una formación económico-social y la subjetividad.

Más allá del rosa y del azul: los Supuestos Falsos

Una larga y rica experiencia acompaña los planteamientos anteriores, en el intento de comprender el sujeto que somos, qué conlleva ser hombres y mujeres enteramente capitalistas y comprender también las posibilidades de transformación, en tanto reconocemos la capacidad instituyente. Así, ya desde la década de los ochenta la Metodología de los Procesos Correctores Comunitarios (ProCC) viene abordando la problemática de los roles masculino y femenino desde la implementación de diversos Programas ProCC: «La mujer y su problemática actual», «El rol de hombre. Una problemática silenciada», «Escuela para padres y madres», «Hombre-mujer. Encuentros y desencuentros», «Adolescencia. Su problemática actual»,…

Desde dicha experiencia de trabajo hemos llegado a la conceptualización de los Supuestos Falsos, esquema de interesante potencia explicativa, que no pretende en ningún caso desmerecer la complejidad del tema que nos ocupa.

¿Por qué su nombre? Porque como objetivación de significaciones imaginarias sociales son reales, pero «falsos» si los consideramos construcción social, que es intrínsecamente historia y, por tanto, sujeta a la acción de nuevos procesos instituyentes.

¿Por qué hablamos de ventaja-desventaja como punto de partida? Porque partiendo de las significaciones imaginarias sociales instituidas a los papeles propios de la construcción hegemónica capitalista, que subsume a su servicio postulados del patriarcado, observamos que se adjudica al papel de la mujer el lugar de la desventaja, frente al del hombre, al que se le adjudica la ventaja. Nos centramos, por tanto, en estos conceptos («ventaja»–«desventaja»-V/D) como herramienta explicativa facilitadora.3

Desarrollamos a continuación los presupuestos básicos de los Supuestos Falsos, para luego presentar un esquema.

Con el surgimiento de la burguesía y en los albores de la construcción capitalista, el hombre «libre», despojado de su pertenencia a la tierra, de los lazos comunitarios y de sus instrumentos de trabajo, deberá vender su fuerza de trabajo al mercado, siendo él mismo mercancía.4

Queda a su vez a expensas de nuevas significaciones imaginarias sociales, articuladoras de una subjetividad que permita construir y reproducir el nuevo orden en ciernes: las propuestas por el individualismo metodológico y las propuestas por la lógica del capital, que necesita un «hombre-trabajador» que enajene su «ser humano» en su «ser trabajador asalariado». Como decíamos más arriba, «la relación capitalista es a condición de estar mediada por personas y cosas capitalistas».

Pero también hacía falta que ese «hombre-trabajador-eficaz» invirtiese las migajas recibidas como salario, que en nada representan el producto de su trabajo, para que pueda regresar «comido y planchado» nuevamente al mercado. Sin embargo, la extenuación de su jornada y la alienación del trabajo llevaban a este hombre a «malgastar» su salario en el «barril» (cerveza), situación peligrosa también por la posibilidad de que hombres juntos pudiesen alimentar gérmenes de rebelión. Este hombre debería ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Sin embargo, ¿cómo lograrlo? Se hizo necesario buscar alguna solución. Y allí está la creación del «ama de casa» que, cual policía al interno de «lo privado», sabrá administrar «ese sobre» para que su hombre mantenedor vaya dignamente comido y vestido a venderse, y a su vez para preparar a los «futuros asalariaditos», los hijos.

Esta burda realidad material, que en palabras de Marx constituye hoy «el terror civilizado»,5 necesitaba de un soporte de significaciones imaginarias sociales6 que digan que las cosas son como son, atribuyendo una entidad a lo real para conseguir un grado de clausura en los papeles instituidos al hombre y a la mujer. Se necesitó:

  • crear el modelo de «las medias naranjas» para dulcificar esta realidad de dos al servicio de la reproducción del capital;
  • colocar un lugar de superioridad y un lugar de inferioridad que los mantenga unidos desde un conflicto larvado por la dependencia, a su vez asignada a ambos;
  • crear una conciencia de necesariedad de esa dependencia: ella administrará un sobre que «no gana» (trabajo invisible) y él ganará un sobre que no deberá administrar en lo cotidiano; ella necesitará a un hombre que la mantenga, y a él le hará falta una mujer que «lo recoja» para articularle los movimientos de su vida cotidiana; ella cuidará del hogar (será su feudo y ella su reina), él vivirá el mundo del trabajo para ser un buen proveedor; ella estará en el ámbito privado, él en el ámbito público;…

Esta dependencia debería quedar a su vez sujeta a una narcisización que emule la autoestima de cada uno. Léase: «es una buena mujer porque es decente, limpia, hacendosa, de buena familia, religiosa, sumisa, discreta, de su hogar, una madre que dará todo por los hijos»; «es un buen hombre porque es trabajador, sin vicios, que ya tuvo sus experiencias». Era necesario invisibilizar la alienación y generar resignación naturalizando estas formas de relación.7

Todas las restantes formas de riqueza humana quedarán supeditadas bajo la forma de mercancía.

Así se articuló lo que hemos dado en llamar el Modelo-Materno-Paterno-Filial, que representamos con dos sillas de espaldas, ambas encajadas y en equilibrio, donde si una se mueve, se cae toda la estructura. La que representa a la mujer se visualiza con un peso; la que representa al hombre, no. Esta estructura, difícil de montar, queda sin embargo solidificada por años desde un pacto de sangre y de renuncia a ser humanos autónomos, verdaderos ciudadanos políticos.

La «silla» de la mujer: el peso de la mujer, como señalamos, se visibiliza. El lugar de la desventaja que implicó asignarle la inferioridad, se compensó con otorgarle un poder (hacer de su casa un feudo; de sus hijos, propiedad privada; y del hombre, su posesión), que no es igual a compartir el cuidado de una casa como lugar de contención, ayudar a crecer a unos hijos y compartir la vida con un hombre. Este poder, que le otorga muchos beneficios secundarios frente a la dominación del hombre (tener la sartén por el mango en muchas situaciones, la mano izquierda con que consigue cosas,…), le significa naturalmente un peso, frente al cual puede quejarse.

Frente a esta situación, existen salidas que siguen sosteniendo un fuerte atravesamiento de lo hegemónico; pueden oscilar entre:

  • Una salida de círculo vicioso, en la cual se queja del peso en calidad de síntoma, pero naturalizándolo y sin cuestionar el Supuesto Falso.
  • Una propuesta de cambio que muchas veces queda centrada en hacer lo que antes envidiaba al hombre, asumiendo su papel como modelo (que también está sujeto a las lógicas de la sociabilidad capitalista). Se rescata la independencia económica, pero sin cuestionar la necesidad de desarrollar protagonismo en la construcción social. Se busca una igualdad centrada en la competencia y la rivalidad negadora de diferencia. Lo dicho no significa negar el valor transicional de los incontables logros en los procesos de liberación de la mujer, sino plantear la necesidad de poder dimensionarlos desde la recuperación de los lugares expropiados, que en muchos de los planteamientos no se ponen en cuestión.
  • La satisfacción por el avance centrado en la participación de ambos en el trabajo asalariado, doméstico y de cuidados, en la autosuficiencia de la mujer,…, pero sin cuestionar la propuesta de trabajo capitalista con la subsunción del patriarcado, y la igualdad en la diferencia.

En relación con estas salidas frente a la problemática de la mujer, nos planteamos la necesidad de interpelar el propio Supuesto Falso facilitando la recuperación de lo expropiado desde la capacidad instituyente. Esta lectura nunca ha de ser parcial, siendo necesario analizar ambos Supuestos Falsos a la vez, el del hombre y el de la mujer. Si esto no es así, a pesar de los cambios, se incrementarán y se afianzarán en una nueva dimensión los presupuestos que los sostienen, aumentando el resentimiento hacia el hombre, ya que desde lo asignado su problemática se silencia haciéndose visibles solo los privilegios, frente a los cuales aumenta el dolor de la mujer. Comprender los Supuestos Falsos posibilita la construcción de alternativas; y aunque interpelar los propios pilares que sostienen la identidad es costoso y genera resistencias, la lectura crítica de los mismos permite despejar defensas construidas desde lo instituido.

¿Y qué pasa con la «silla» del hombre, la que no tiene peso? ¿No lo tiene o se ha invisibilizado para poder sostener atrapados al hombre y a la mujer en el sistema de dominación, en el que hay uno que domina y otra que es dominada, y así se desfocaliza8 la lucha y se desdibuja la dominación de ambos por la lógica del capital?

Al hombre se le reconoce una superioridad, pero con la paradoja de colocarlo en el lugar de poderlo todo «porque es un hombre», a la vez se le expropia:

  • la capacidad de aprender («hasta el valor se le supone»);
  • la capacidad de articular los movimientos de la vida cotidiana;
  • la capacidad de conectar con pliegues de la subjetividad (trabajar los afectos, expresar sentimientos,…);
  • la paternidad;
  • el cuerpo (enajenación y disociación): siempre en riesgo;
  • la sexualidad saludable.

Queda así convertido en lo que hemos dado en llamar Supermán con pies de barro.

Para compensar el grado de enajenación que supone ser hombre = trabajador = mercancía, que responde a los fines capitalistas (con la consiguiente subsunción de herencias patriarcales), se le otorgan privilegios que lo colocan en una situación de poder respecto a las mujeres. Pero su inserción en el mercado de trabajo con el rol asignado de sostén familiar le acarrea un fuerte peso y deterioro. Frente a ello el hombre tiene vedada la queja desde su rol asignado de su «ser fuerte» y desde la culpabilidad frente a sus privilegios. Esto sentará las bases de una problemática silenciada.

La mayor perversión que se esconde detrás de la problemática del varón, es su propia cosificación como «ser trabajador-mercancía», que queda tan abrochada como tuerca del engranaje del funcionamiento capitalista, que implica una boca sellada. De ahí la problemática silenciada de un hombre en riesgo. Izquierdo, siguiendo a Marx, dice:

Bajo el capitalismo, el trabajador ya no es un ser humano que trabaja, sino mercancía-fuerza de trabajo, capacidad abstracta de trabajar. El «trabajo necesario» de la «fuerza de trabajo» es aquel trabajo abstracto, socialmente necesario, que le permite a «la fuerza de trabajo» existir como fuerza de trabajo, no como ser humano. No cabe hablar de trabajadores, y mucho menos de seres humanos que trabajan, sino de capacidad abstracta de trabajar, haciendo abstracción del trabajador a quien pertenece y de las condiciones familiares en que la misma se ha producido [10].

Frente a esta situación, existen salidas que siguen sosteniendo un fuerte atravesamiento de lo hegemónico; pueden oscilar entre:

  • Callar y aguantar sin cuestionar el Supuesto Falso. Refugiarse en el bar, aumentar su exclusión del ámbito doméstico.9
  • Asumir una propuesta de cambio en la que no reclama nada, más bien se siente reclamado a hacer lo que antes la mujer le reprochaba, haciéndose cargo de nuevas responsabilidades, sin una lectura crítica de su problemática, lo que conduce a más niveles de omnipotencia.
  • Considerar haber avanzado al participar junto a la mujer compartiendo trabajo asalariado, doméstico y de cuidados a pesar de sentirse confuso y perdido, silenciando su problemática.

En relación con estas salidas, al igual que frente al Supuesto Falso de la mujer, se hace necesario trabajar hacia el desarrollo de la capacidad instituyente para la recuperación de lo expropiado.

Cuando se trabaja la problemática del hombre, las mujeres suelen dar una nueva vuelta a su problemática con un fuerte impacto, ya que al tomar conciencia de la problemática silenciada del varón, definitivamente no pueden seguir sosteniendo la esperanza de que su cambio dependa de que «la ayude» aquel al que no le pasa nada, ya que «sí le pasa» y el problema se focaliza de diferente modo, sin menospreciar lo que de dominación entre ambos queda por trabajar, ya que, como dijimos, el Supuesto Falso es real como materialización, objetivación de una realidad material de dominación. Asimismo, los hombres se sorprenden y emocionan con el des-ocultamiento de su problemática silenciada, expresando en muchas ocasiones que es la primera vez que han podido penetrar en algo que les concierne tanto y que, sin embargo, está tan oculto.

Esta posibilidad de descorrer los velos de lo asignado, en ambos roles genera mucha potencia al interno del cambio que cada uno debe asumir, a la vez que facilita que se desarrollen vínculos solidarios entre hombres y mujeres para enfrentar una lucha común.

Consideramos que una lectura de los roles asignados-asumidos desde esta perspectiva estructural es imprescindible toda vez que se quiera operar cambios revolucionarios.

Resumen a modo de breve esquema explicativo

Supuesto Falso de la mujer

Desventaja. Situación de inferioridad con las expropiaciones realizadas a la mujer, propias de la sociabilidad capitalista.

Compensaciones. Se plantea cómo, para conseguir un grado de clausura en el papel instituido de la mujer, se le adjudica un poder centrado en hacer de su casa un feudo; de sus hijos, propiedad privada; y del hombre, su posesión, en lugar de vivir una casa como lugar de contención compartido, de ayudar a crecer a los hijos y de compartir la vida con un hombre.

Peso-queja. Junto al beneficio secundario de detentar un poder, la situación anterior le trae un nivel de peso y agobio, frente al cual se legitima la queja como atributo muy femenino.

Frente a esta situación, existen salidas que siguen sosteniendo un fuerte atravesamiento de lo hegemónico; pueden oscilar entre:

  • Una salida de círculo vicioso, en la cual se queja del peso como síntoma, pero naturalizando y sin cuestionar el Supuesto Falso.
  • Una propuesta de cambio centrada en hacer lo que antes envidiaba al hombre, asumiendo su papel como modelo (que también está sujeto a las lógicas de la sociabilidad capitalista).
  • La satisfacción por el avance centrado en la participación de ambos en el trabajo asalariado, doméstico y de cuidados, en la autosuficiencia de la mujer,…, pero sin cuestionar la propuesta de trabajo capitalista, y la igualdad en la diferencia.

En relación con estas salidas del problema, se plantea la necesidad de cuestionar el propio Supuesto Falso y recuperar lo expropiado desarrollando la capacidad instituyente.

Supuesto Falso del hombre

Ventaja. Situación de superioridad con las expropiaciones realizadas al hombre, propias de la sociabilidad capitalista (primera parte del cuadro explicativo).

Se da la paradoja de colocar al hombre en el lugar de «poder con todo» a la vez que se operan estas expropiaciones, lo que configura lo que hemos dado en llamar Supermán con pies de barro.

Compensaciones. Para compensar el grado de enajenación que supone ser hombre = trabajador = mercancía, que responde a los fines capitalistas, se le otorgan privilegios que lo colocan en una situación de poder respecto a las mujeres.

Peso-queja. Su inserción en el mercado de trabajo con el rol asignado de sostén familiar, le acarrea un fuerte peso y deterioro. Frente a ello el hombre tiene vedada la queja desde su rol asignado de su «ser fuerte» y desde la culpabilidad frente a sus privilegios. Esto sentará las bases de una problemática silenciada.

Frente a esta situación, existen salidas que siguen sosteniendo un fuerte atravesamiento de lo hegemónico; pueden oscilar entre:

  • Callar y aguantar sin cuestionar el Supuesto Falso.
  • Asumir una propuesta de cambio en la que no reclama nada, más bien se siente reclamado a hacer lo que antes la mujer le reprochaba, haciéndose cargo de nuevas responsabilidades, sin una lectura crítica de su problemática, lo que conduce a más niveles de omnipotencia.
  • Considerar haber avanzado al participar junto a la mujer compartiendo trabajo asalariado, doméstico y de cuidados, a pesar de sentirse confuso y perdido, silenciando su problemática.

En relación con estas salidas, al igual que frente al Supuesto Falso de la mujer se hace necesario trabajar hacia el desarrollo de la capacidad instituyente, recuperando lo expropiado.

Esquema de los modelos Materno-Paterno-Filial y del Cambio Parcial, y
algunas características de perfiles posmodernos

Retomando los Supuestos Falsos, podemos ver diferentes articulaciones vinculares que conforman «modelos» de relación.

Hablamos de modelos, pero alejándonos de cualquier intento reduccionista que pretenda encasillar la realidad en determinados constructos teóricos ideales. Al decir de Castoriadis, ningún individuo tiene necesidad, para ser individuo social, de representarse la totalidad de la institución de la sociedad ni podría hacerlo; tampoco representa una media, y puede ser equivalente efectivo de manera compatible, coherente, convergente, incluso conflictual (12).

De este modo los Indicadores Diagnósticos de Población (IDP), que nos permiten articular estos modelos, no representan una «media» de una determinada significación imaginaria. Por ejemplo, una actitud del rol de «mujer imprescindible» en una determinada mujer no representa la media de capacidad de imprescindibilidad que figura como «mandato» presente en el imaginario social. Así, junto a algo que interpela de modo común a las mujeres (como «falta la sal en la mesa»), cada mujer puede asumir la imprescindibilidad de «manera compatible, coherente, convergente e incluso conflictual». Esto también nos permite asumir la complejidad con que los comportamientos se expresan en la vida cotidiana, evitando, como señalábamos, tentaciones reduccionistas.

Los IDP consisten entonces en la caracterización y la sistematización de trocitos de Imaginario Social, cristalizados en comportamientos concretos de la vida cotidiana; implican el análisis y la interpretación de Indicadores de Realidad desde la referencialidad teórica, lo que permite su categorización; indican el mecanismo de los microprocesos que operan en lo invisibilizado; expresan un valor diagnóstico de aspectos de la Normalidad Supuesta Salud; y contienen un valor pronóstico acerca de la viabilidad de los cambios, aspecto de crucial importancia a la hora de establecer estrategias de intervención.

A su vez, están sometidos a un constante proceso de ratificación o rectificación.

Partiendo de esta concepción, presentamos los modelos Materno-Paterno-Filial y del Cambio Parcial, y algunas características de perfiles posmodernos.

Modelo Materno-Paterno-Filial

Este modelo encarna aspectos nucleares funcionales a los inicios y el desarrollo de la lógica capitalista y la subsunción de los postulados patriarcales. El papel del hombre y de la mujer pueden representarse simbólicamente como aspas que se cruzan en un juego en el que la mujer está arriba (aspa izquierda) y el hombre abajo (aspa derecha). Ella hace de cuidadora de hombre e hijos («mi marido como otro niño más»). Luego el hombre está arriba y la mujer abajo (aspa izquierda): él hace de jefe de familia, de sostén y sustento, y ella queda aquí en situación de sumisión y dependencia («de la obediencia al padre a la obediencia al marido»). Articulan un modelo que, si tomamos la metáfora de las «medias naranjas», implica la complementariedad de un juego de dependencias mutuas.

El hombre depende de alguien que le cuide para ser trabajador eficaz; la mujer, de alguien que la mantenga para poder cumplir su función doméstica y de cuidados (trabajo invisible). El sistema necesita que se necesiten. Ellos están dispuestos a pagar precios muy altos por el beneficio de «seguir juntos». Sostienen una sexualidad a oscuras, robada al tiempo y al pecado. La mujer está centrada en los hijos, la casa, lo doméstico; el hombre, en el trabajo. Ella se queja, pero está muy instalada en su lugar. Él calla, aguanta con una falsa conciencia de comodidad.

Modelo del Cambio Parcial

Este modelo parte de las luchas de las mujeres para salir de niveles de opresión y dependencia. Se consiguen logros de trascendencia en el plano de las transformaciones sociales, pero cabe preguntarse: ¿de qué igualdad estamos hablando?, ¿dentro o fuera de la lógica del capital?, ¿respetando o negando diferencias?, ¿buscando complementariedad o aumentando la competencia y la rivalidad?, ¿entendiendo la problemática silenciada del hombre o manteniendo el Supuesto Falso de su ventaja?

A partir de estas luchas, el Cambio Parcial representa un intento de ser «naranja entera» desde la mujer, pero/y con la mirada puesta en las supuestas ventajas del hombre. La mujer reclama ayuda, cargada de quejas sobre las tareas; trabaja dentro y fuera, está sobrecargada. El hombre no reclama nada, más bien se siente reclamado frente a lo que las mujeres siempre les reprochaban; queda confundido en la búsqueda de su lugar. Muchas veces hará de «madre de sus hijos», de «mujer» en la casa. Los dos están agobiados y confundidos, muchas veces en posiciones de rivalidad. Hay un nuevo lugar para los hijos, pautas de crianza «laissez-faire» y de pseudoautonomía.

Indicadores de actualidad que no comportan aún un modelo

Estos serían dos modelos que responden a lo histórico-social hegemónico y representan juegos vinculares desde unos roles asignados-asumidos. Junto a estos, desde las características del neoliberalismo hegemónico se detectan hoy indicadores importantes que no sostienen aún lo nuclear de un modelo, pero su nivel de incidencia va siendo significativo. Podemos hablar de «pareja funcional», vínculos light con predominio del descompromiso, vacío de proyecto, mujer autosuficiente, hombres perdidos, «solidaridad de sexos» (chico con chico y chica con chica), negación de los hijos, adopciones tardías,…

Los procesos de transformación

En calidad de sujetos producidos, pero también productores, con capacidad instituyente, partimos de la interpelación: ¿cómo transformarnos y transformar la sociedad a partir de ser hombres y mujeres enteramente capitalistas, construidos con la lógica del capital, o con algún camino recorrido en la interrupción de esta lógica?

Partimos de la consideración de que los consensos instituidos no desaparecen fácilmente y perduran en sus efectos a pesar de los cambios en las condiciones sociales y materiales. Liberarse de los aspectos instituidos que son parte constituyente de nosotros mismos, implica, por tanto, realizar, dentro de la intervención social, acciones específicas y de modo propositivo, ya que supone estar trabajando sobre temas que nos atraviesan de parte a parte (por ejemplo, se puede trabajar una metodología participativa, pero si no se dan las condiciones de reconocimiento y de trabajo de nuestras actitudes autoritaristas aprehendidas, nuestro saber será baladí).

Esto nos sitúa, al decir de Brown, «en la necesidad de sentar las bases de una praxis que ligue los contextos micro y macro sociales y transforme la realidad interna no menos que la externa» (13).

Nos enfrentamos aquí con una gran asignatura pendiente en el ámbito de la intervención político-social, que tiene que ver con el modo en que se soslaya, cuando no se desprecia como problema menor o sujeto al ámbito de la responsabilidad de cada uno para con su vida, el tema de la propia subjetividad en juego, construida con las mismas categorías de aquello que se pretende transformar.

Si los cambios político-sociales no caminan junto a la liberación de la psiquis del individuo, si se apuesta por lo social negando la subjetividad, toda construcción va a ser autoritaria.

Consideramos esencial para ello contar con metodologías de trabajo grupal adecuadas y especificas para el abordaje de los malestares de la cotidianidad, y proponemos la Metodología ProCC y el Método de Grupo Formativo. Desde esta propuesta, sin entrar en niveles terapéuticos, se plantea incidir en el proceso de generar independencia del Imaginario Social instituido; es decir, desarrollar la capacidad reflexiva que implica la capacidad de ponerse en cuestión «más allá de lo permitido por el orden establecido hegemónico no saludable».

Nos planteamos esto como una condición necesaria, aunque no suficiente, para caminar hacia ser sujetos autónomos, protagonistas del hacer personal/social.

Notas

1 Versión revisada y modificada en 2013 de M. Cucco: Hombres y mujeres. ¿Sólo un problema de rosa y azul? La formación del sujeto que somos. Capitalismo, relaciones sociales y vida cotidiana. Nuestra Ciencia. Revista del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba-Argentina 2010; 14:37-46. Disponible en: www.procc.org

2 Hablamos de roles, ya que la terminología género ha quedado, desde nuestro punto de vista, muy subsumida a la visualización de la problemática de la mujer.

3 Consultar el capítulo 2 («La bella diferencia. La diferencia como problema») de La mujer de la ilusión de A. Fernández. A modo de acercamiento va la siguiente cita: «En la Episteme de lo Mismo, las categorías desde donde puede ser pensada la diferencia de los géneros se estructura desde una lógica atributiva, binaria y jerárquica. Atributiva en tanto otorga, atribuye a los predicados del sexo masculino la propiedad del modelo humano (Hombre = hombre). El otro género, por lo tanto, se construye en términos de negatividad. Binaria, ya que alterna solo dos valores de verdad, siendo necesariamente uno verdadero y el otro falso (no es A y B, sino que es A y no –A). Jerárquica, en tanto transforma uno de los dos términos en inferior, complemento o suplemento. En tal lógica lo diferente será siempre negativo de aquello que lo hegemónico señala como lo uno y, en tanto, falso. Versión incompleta de lo uno y, por lo tanto, inferior» (5).

4 Marx nos dice: «Los expulsados por la disolución de las mesnadas feudales y por la expropiación violenta e intermitente de sus tierras —ese proletariado libre como el aire— no podrían ser absorbidos por la naciente manufactura con la misma rapidez con que eran puestos en el mundo. Por otra parte, las personas súbitamente arrojadas de su órbita habitual de vida no podían adaptarse de manera tan súbita a la disciplina de su nuevo estado. Se transformaron masivamente en mendigos, ladrones, vagabundos, en parte por inclinación, pero en los más de los casos forzados por las circunstancias. De ahí que a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI proliferara en toda Europa occidental una legislación sanguinaria contra la vagancia» (6).

5 «Marx sostiene estas afirmaciones documentándolas. Cita por ejemplo una Ley de 1547, dictada durante el reinado de Fernando VI, según la cual si alguien se niega a trabajar se le condena a ser el esclavo del denunciante por practicar la vagancia. La única obligación de su amo es alimentarlo, si se fuga debe ser marcado en la frente con la letra S, y condenado a esclavitud en perpetuidad, y si se vuelve a escapar se le ejecuta. Este tipo de leyes estuvo en vigor hasta inicios del siglo XVIII. En cuanto a la situación en Francia, bajo el reinado de Luis XVI, una ordenanza disponía que si un hombre sano, entre los 16 y los 60 años, no tenía medios de vida, ni ejercía ninguna profesión debía ser enviado a las galeras. Hay que recordar que en España la Ley de vagos y maleantes estuvo vigente hasta finales del franquismo» (7).

6 «¿Qué es lo femenino?, ¿qué es lo masculino? Cada época, en función de sus “necesidades”, delimita lo propio para cada sexo, desde un lugar ilusorio de naturalidad y atemporalidad. Lo imaginario social organiza el orden de lo ilusorio para cada sexo, instituyendo los géneros masculino y femenino. Ilusión, pero de tal potencia que consolida no solamente las prácticas, tanto públicas como privadas, de los individuos concretos, sino que también genera gran parte de sus procesos subjetivos y de los procesos materiales de la sociedad» (8).

7                               TODOS LOS DÍAS

Salgo a la calle,
soy otra rueda de esta máquina infernal,
que nos fabrica la rutina...
llego a la esquina,
como una boca el colectivo me devora...
me mastica media hora
y me tira en la oficina.
Ya ni soy nadie,
sólo una cifra de una gran calculadora...
como otra cosa,
entre las cosas de esta máquina espantosa.
La tardecita,
me toca el gong...
para salvarme del knock out
de la paliza del laburo
salgo tan grogui...
como la gente

que camina en la corriente,
sin ideas en la mente,
consumido... sin apuro.
Y al fin te encuentro
descargo en vos la angustia
acumulada adentro...
Todos los días discutimos,
nos unimos...
nos comprendemos,
de hacer lo mismo.
La vida pasa,
pasan los días,
sin cambiar en nada el ritmo...
Sólo el silencio de un compás
con la esperanza...
que por lo menos salga el sol
este domingo.

                                        Homero y Virgilio Expósito

8Pensamos que esta cita de Marx es lo suficientemente elocuente para mostrar los verdaderos porqués del silenciamiento de la problemática masculina: «El otrora poseedor de dinero abre la marcha como capitalista; el poseedor de fuerza de trabajo lo sigue como su obrero; el uno, significativamente, sonríe con ínfulas y avanza impetuoso; el otro lo hace con recelo, reluctante, como el que ha llevado al mercado su propio pellejo y no puede esperar sino una cosa: que se lo curtan» (9).

9En palabras de Izquierdo, ser ganador de pan implica que cuando se llega a casa, por la noche, no se tenga ganas de jugar con los hijos, o hablar con la mujer, porque el ganador de pan está sometido a unas presiones y violencias que determinan su actitud en la casa. Ser ama de casa implica sentirse desbordada por las dificultades que comporta educar a los hijos, y hacer que el dinero llegue a fin de mes. No se puede esperar que un ama de casa, dado el sistema en que se desenvuelve su vida, sea sensible a la situación de los «trabajadores», cuando tiene unos hijos que exigen atenciones y un marido que quiere encontrar algo en el plato cuando llega a casa. Cuando a pesar de su cansancio y malestar, el ganador de pan actúa como padre, es porque el sujeto ha logrado vencer sus circunstancias, como cuando el ama de casa, a pesar del autismo social a que le somete su encierro, manifiesta compromiso político y apoya a su marido en una huelga. En ambos casos, el sujeto ha vencido las condiciones que objetivan el patriarcado en las relaciones entre el ganador de pan y el ama de casa (11).

Referencias bibliográficas

1. Izquierdo MJ. El malestar de la desigualdad. Valencia: Ediciones Cátedra; 1998:202.
2. Castoriadis C. La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona: Tusquets; 1989:310.
3. Ibíd.:308.
4. Pampliega de Quiroga A, Racedo J. Crítica de la vida cotidiana. Buenos Aires: Ediciones Cinco; 1993:13.
5. Fernández A. La mujer de la ilusión. Buenos Aires: Paidós; 1994:39.
6. Marx K. El capital. T. I, vol. III. México D.F.: Siglo XXI; 1998:918.
7. Ob. cit. 1:248.
8. Ob. cit. 5:43.
9. Ob. cit. 6:205.
10. Ob. cit. 1:231.
11. Ibíd.:280.
12. Ob. cit. 2:324.
13. Brown B. Marx, Freud y la crítica de la vida cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu; 1975: contratapa.

Bibliografía consultada

Cucco M. Reflexión sobre algunos indicadores psico-sociales de la estructura borderline. Revista de Psicoanálisis 1986 Mar-Abr; 44(2):295-99.
——————. El Método del Grupo Formativo: sus principios metodológicos.I Taller de Coordinadores de Grupo Formativo, La Habana; 2004.
——————. Un enfoque, una línea de trabajo que intenta penetrar en la comprensión de nuestro ser social. Seminario «Las bases psicosociales del comportamiento agresivo». Fundación Pablo Iglesias y Secretaría de la Juventud, Madrid; 2004.
——————. Malestares cotidianos y micromecanismos subyacentes. Los IDP como concepto clave para su comprensión. II Taller Nacional de Coordinadores de Grupo Formativo, La Habana, 2006.
——————. ProCC: una propuesta de intervención sobre los malestares cotidianos. Buenos Aires: Atuel; 2006.
Marx K. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política-«Grundrisse». Madrid: Siglo XXI; 1989.
——————. El Capital. T. I, vol. I. México D.F.: Siglo XXI; 1998.
Waisblat A, Sáenz A. La construcción socio-histórica de la existencia. Patriarcado, capitalismo y desigualdades instaladas. Jornadas «Roles masculino y femenino a debate», Bilbao; 2011. Disponible en: www.procc.org

Fecha de recepción de original: 29 de septiembre 2013
Fecha de aprobación para su publicación: 4 de diciembre  2013

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